Las personas configuramos nuestra vida cuando hablamos. Es conveniente revisar a qué y a quiénes les decimos «sí» y a qué y a quiénes les decimos «no». En esta ocasión. me ocuparé del maravilloso y liberador «no».
Decir «no» es una de las palabras más importantes que una persona puede decir. Ya que con esa palabra se afirma en su autonomía y en su dignidad. Con esa palabra se marcan límites. Con esa palabra se traza identidad. Con esa palabra se gana autoestima.
Uno de los derechos que tenemos como personas es el de oponernos a las peticiones o demandas de los otros.
Otro de los derechos es el de escoger. Cuando decimos que no estamos ejerciendo ese derecho. Estamos ejerciendo el poder de nuestra libertad. Y estamos delimitando.
Un reino sin guerreros es fácilmente invadido por bárbaros: una persona incapaz de decir No será invadida, arrasada, abusada, atropellada.
En la vida cotidiana, surgen muchas ocasiones en las que sentimos que debemos decir «no» y sin embargo no lo hacemos. Por miedo, por agradar, por creer que sólo así nos van a querer, por inseguridad. Nuestra dignidad se compromete cada vez que pasamos por alto nuestro deseo de decir que no. Y siempre se paga un precio por ello, porque ante nosotros mismos sentiremos que no hemos sido respetados.
La forma de nuestra vida, de nuestras relaciones, tiene mucho que ver con el modo y el momento de decir no.
Hay muchos modos diferentes de decir: no. Unos pueden ser sutiles, otros más directos, pero debemos ejercer ese derecho si consideramos un valor el respeto por nosotros mismos.
Suelo recomendar una técnica que a mi me ha funcionado, cuando reconozco que no deseo permitir un cierto comportamiento hacia mi persona, pero no he logrado comunicarlo adecuadamente: me repito en silencio, sólo para mi misma: «Basta, no voy a permitir que Fulanito me trate así». Y lo repito una y otra vez. Con absoluta convicción. Resulta que en el momento que estoy frente a Fulanito mi postura, mi actitud, mi convicción, reflejan mi decisión de poner el límite. Funciona!
Se les puede decir que no a las personas pero también se debe decir que no a ciertos hábitos que nos hacen daño, a los pensamientos negativos, a los juicios que nos lastiman, a dejarnos vencer. Debemos saber decir no. Y debemos intentar estar en contacto con nosotros mismos para reconocer cuando nuestro cuerpo nos avisa que es momento de decir NO. A la comida, a la persona, al cigarro, al alcohol, al miedo, al dolor, al comportamiento equivocado, a permitir el abuso.
CONGRUENCIA!!!! me impacta ver en cuantas areas es indispensable saber quien soy para poder vivir la congruencia, decir el si o el no, cambiar la actitud… siento que cuando mas se dificulta pintar mi raya es cuando yo no se quien soy o que quiero, y por lo tanto lanzo senales poco definidas…. tienes toda la razon, el estar yo convencida y clara de lo que esta pasando y lo que estoy dispuesta a ser, cambia hasta mi lenguage corporal y el otro lo percibe….Gracias…. Besos!!
Que importante en verdad es aprender cuando decir SI ó NO. Estoy convencida que es necesario practicar y perder el miedo para de verdad hacer lo que queremos, y sólo así tener una paz interior por sentirnos congruentes.
Gracias por tus afirmaciones, que a mi en lo particular me ayudan a reafirmar mi personalidad.
recibe un fuerte abrazo
Lupita querida: que gusto verte por aqui, si, solo practicando y perdiendo… y en una de esas, a veces, a ratitos, ganamos algo, no?
Excelente, gracias por este comentario
Tamara: gracias a ti por leerme! Un beso