Los seres humanos somos muy ingeniosos cuando se trata de castigarnos a nosotros mismos: un modo común de hacerlo es comer demasiado.
Nuestro modo de comer es una metáfora de nuestro modo de vivir. Comer compulsivamente es una estrategia para calmar la ansiedad. Vivir genera ansiedad: cada día tenemos que enfrentarnos a muchos asuntos que van desde lo más práctico, cómo que ropa voy a usar o a que hora debo salir a trabajar, hasta cómo voy a resolver mi situación económica, mis problemas de relación, mi vida. Vivir es una tarea complicada, particularmente si no tengo herramientas que me ayuden.
Vivir es un arte, y cómo todo arte, se requiere de información, de práctica, de estudio, de paciencia, de tolerancia. Cuando me siento infeliz, y todos hemos pasado por ello, un modo de dejar de sentir infelicidad es comer.
Cuando comemos, toda nuestra atención y nuestros sentidos están ocupados en el sabor, la forma, el olor, las sensaciones que genera ese bocado. No puedo comer y al mismo tiempo sentir mi dolor. Son segundos en los que dejo de pensar en mis problemas para degustar ese sabor delicioso, a veces, de mi comida favorita.
Esos segundos de relajación, de dicha, de placer, son un descanso, un remanso de paz en medio de la turbulencia. Dejo de percibir mi ansiedad, mi desesperación, mi fracaso, mi dolor. Y solo percibo el aroma, el sabor, la textura de ese bocado. ¿Quién no quiere olvidarse, aunque sea por un instante, de sus problemas?
El sobre peso es una forma de estar en la vida. Es un modo compulsivo de comer. Es un modo para alejarme de terrenos dolorosos cómo puede ser el ejercicio de mi sexualidad, el ser acariciada. Es un modo de olvidar. Es un modo de protección. Es un modo de lidiar con el dolor.
Es un modo de decir sí a todo. De no poner límites.
Como para no sentir y como para sentir. Como para no ser vista y como para ser vista. Es un grito que dice «aquí estoy, mírame». Me apapacho y me abandono comiendo. Cumplo y protesto. Como por orgullo y por culpa. Como porque me quede callada ante tu agresión y no te dije nada, me comí el dolor.
Como para compensar.Como para ser alguien diferente porque como fui no me quisieron. Es un modo de sobrevivir.
Necesitamos conectarnos con nosotras mismas. Tocar al dolor. Sentir nuestra vulnerabilidad. Decirnos la verdad. Necesitamos entender de qué estamos huyendo al comer compulsivamente. Necesitamos dejar que los otros vean esas partes nuestras que consideramos indignas o inadecuadas. Necesitamos ser sinceras.
Necesitamos entender que aunque adelgacemos el problema de relación seguirá ahí.
Necesitamos reconocer que tenemos la libertad para elegir. Podemos elegir cuidarnos y decir la verdad. Tocar al dolor. Podemos elegir solicitar ayuda profesional para aprender a manejar nuestras emociones, para hablar de nuestro dolor. Necesitamos identificarnos con otras personas que entienden nuestros procesos: un grupo de Comedores Compulsivos. Una psicoterapia. Necesitamos reconocer, que solos, no podemos.
Necesitamos querernos más y ser valientes. Yo estoy convencida que la tarea más difícil a la que nos enfrentamos en la vida, es la aprender a querernos. Sobre todo cuando sentimos que otros no nos quieren. y también estoy convencida que se puede. Que se requiere de práctica, de voluntad, de actitud, de paciencia y de mucho amor.
Pregúntate: ¿Cómo voy a ser más feliz? ¿Cómo me voy a sentir después de comer esto? ¿Qué estoy sintiendo ahora mismo que quiero dejar de sentir? ¿Comer esto es cuidar de mi?
No es una tarea sencilla querernos, pero es necesario, indispensable hacerlo.
Rocio: Es Ud. una inspiracion en mi vida y aprendo tanto leyendo sus escritos. Comparto con Ud. la idea de que lo mas dificil en la vida es aprender a querernos. Dios la bendiga y le sigua dando mucha sabiduria.
Carolina: gracias por escribir este comentario! Un abrazo, Rocío
No cabe duda que somos de una complejidad muy especial. Las necesidades no comprendidas se transforman en comportamientos aun mas dificiles de traducir…entre lo que hace todo eso que callamos al apetito y las emociones suprimidas al metabolismo, al animo y a la vision de la vida en general, me sorprende que no terminemos rodando por las calles…quizas si nos conocieramos un poco mas, nos resultaria menos penoso hablar de lo que necesita el corazon…
Pero que cierto! Gracias por escribir de manera tan sencilla un mal tan complejo.
Hola Rocio, no cabe duda que las cosas nos llegan en el momento preciso. Me encanto tu articulo, me hace reflexionar sobre lo complejo que somos los seres humanos y me da una gran motivacion a seguir conociendome y descubriendo quien soy y a donde quiero ir. Gracias por compartir con nosotros ese maravilloso ser humano que eres
Alejandra: gracias a ti por decirme algo tan bello, que me hace sentir muy lindo! un abrazo! Rocío