La amistad y la salud emocional

La amistad es un componente esencial de nuestra vida. La amistad contribuye de modo fundamental a nuestra salud mental. En el encuentro con el amigo nos reconocemos, podemos liberar nuestras tensiones, compartimos, intercambiamos experiencias, nos identificamos, nos sentimos amados. El encuentro con el amigo está libre del rechazo y de la envidia. El amigo me acepta cómo soy y además me quiere y admira algunas de mis cualidades. Y al hacerlo, contribuye a mejorar mi autoestima. El amigo es una isla en el tumultuoso mar de la vida cotidiana. Me brinda el alto para reflexionar, para saber en donde estoy y adonde voy. El amigo no nos engaña: nos habla con la verdad cómo no lo hace ningún otro.

Como toda relación, requiere de cuidados, con la singularidad de que es la relación más libre, es la relación que ejerce menos presión. Porque sí sientes presión con un amigo, no es un amigo.
Y a pesar de todo, en ocasiones se dan desencuentros con nuestros amigos. Crisis porque no coincidimos, porque no nos explicamos y es cuando surge la necesidad de tener un encuentro: nos damos una explicación y nuestra amistad se engrandece gracias a la capacidad que tuvimos, los dos, de resolver el conflicto.

Con un amigo, el diálogo es ininterrumpido. Podemos dejar de vernos unos días o unos meses, y cuando nos encontramos parece que nos hubiésemos despedido ayer: no cabe la plática superficial, hablamos de cómo estamos ahora, en éste momento, porque es eso lo que más interesa al amigo y de ahí la maravilla de la relación de amistad.

La amistad es la forma de amar que más respeta la libertad del otro. En nuestras otras relaciones de amor caben las presiones, la necesidad de explicar a donde voy o porqué estoy de mal humor: es el amigo el que mejor respeta mis espacios.

Escribe el célebre investigador de los sentimientos humanos Alberoni: » El amigo es quién nos hace justicia. Nos hace justicia en un sentido profundo y vital. El amigo es quién aprecia en nosotros una cualidad que nadie había valorizado, que nos estima por algo que los demás desprecian, el amigo está de nuestra parte…»

Aristóteles consideraba que la amistad es lo más importante de la vida. Tener amigos significa contar con otros para adquirir fuerza para seguir resolviendo nuestra vida. Significa el acceso a conversaciones sinceras. Significa ser queridos desinteresadamente y recibir ayuda en situaciones difíciles.

En los muchos duelos a los que la vida nos enfrenta, los amigos son el albergue para descansar. Cuando nos deja una pareja, cuando nuestros hijos se van, cuando perdemos un empleo, cuando estamos enfermos, cuando sentimos que la vida es injusta, cuando no podemos más con la tristeza, encontramos al amigo y entonces la vida se tiñe de un color diferente. A nuestra amiga le ha pasado algo similar, ella también se ha sentido triste, o sola, o desilusionada. Y entonces sé que mi experiencia no es única. Sé que no soy yo la que está mal. Sé que otra persona también se está enfrentando a circunstancias similares, o ya lo hizo y nos comparte su estrategia, nos ofrece su abrazo, nos ayuda a reír aligerando nuestra carga.

Es verdad que para tener un amigo hay que saber ser un amigo. No confundamos las relaciones, un amigo es sensible a tí y posee virtudes indispensables para alimentar la amistad. Voltaire escribió en su Doctrina Filosófica: «la amistad es un contrato entre dos personas sensibles y virtuosas, los malvados solo tienen cómplices, los codiciosos, asociados, los políticos reúnen a su alrededor a sus partidarios, los holgazanes consuetudinarios tienen relaciones y los príncipes, cortesanos; pero sólo los hombres virtuosos tienen amigos…»

En esta semana que termina tuve la oportunidad de comprobar la inmensa importancia de la amistad: platiqué con dos amigas una circunstancia dolorosa… no había terminado mi discurso cuando las dos comenzaron a proponer ideas, a compartir sus sentimientos en circunstancias similares, a ofrecer su ayuda, a aportar estrategias para entender y vivir de otro modo lo que parecía un callejón sin salida. Las amigas amplían nuestra perspectiva. Nos hacen ver lo que no hemos visto y así alivian gran parte del dolor. Fue maravilloso para mí. Estaba sufriendo sin que me acordara, por momentos, que mis amigas están muy cerca de mí, formando una red sin cuyo apoyo no podría sobrevivir. Así es el dolor: nos ciega y limita nuestra visión.

Escribo estas líneas como un homenaje a mis amigas. Tengo el enorme privilegio de disfrutar de la amistad. Lo recomiendo para la vida. Son mejores que cualquier medicina y que cualquier tratamiento. Escoge a tus amigos, cuídalos, no puede calcularse lo que recibirás de ellos. Gracias, amigas, por estar en mi vagón en éste tren que es la vida.

Publicado por Rocio Arocha

Dedico mi vida profesional al psicoanálisis individual y de pareja. Soy docente en las Maestrías en Psicoterapia General y de Niños y Adolescentes en la Asociación Psicoanálitica Mexicana y soy candidata a Doctora por la misma institución.

7 comentarios sobre “La amistad y la salud emocional

  1. Si, mis amigas son un oasis que recarga mis pilas, donde yo descanso y puedo ser siempre yo ahhh! Siempre verdaderas, aunque duela, siempre apoyadoras y leales. las amigas son realmente hermanas que una escoge…

  2. Los amigos son los hermanos no sanguíneos que Dios nos pone y aveces son más comprensivos que la propia familia, tengo pocos pero los cuido como un tesoro invaluable =)

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