Una de las tareas psíquicas de las etapas adultas de la vida es la Individuación, que para la psicología profunda supone llegar a ser uno mismo y entender nuestra relación con la colectividad.
El objetivo no es llegar a ser perfecto, sino más bien conocernos profundamente y poder relacionarnos adecuadamente con lo que somos. No se trata de dejar de ser de una manera u otra, sino de reconocer lo que nos afecta, lo que nos hace reaccionar de ciertos modos y ser compasivos y generosos con nosotros mismos.
Al reconocer nuestras limitaciones podremos ser más compasivos con las de los demás. Al apreciar nuestras fortalezas podremos admirar las de los otros.
Llegar a ser tú mismo es también saber que somos parte de la humanidad, es relacionarnos mejor con nosotros y cómo consecuencia con los otros.