Hace casi una semana tuve el placer de asistir a una reunión de mis compañeras de generación durante los años de Secundaria y Preparatoria en el Colegio Ignacio L. Vallarta, en la Ciudad de México. Hace 30 años que salimos de la escuela, cada una con su historia y sus sueños y anhelos para realizar.
En 30 años cada una de nosotras ha vivido innumerables experiencias: unas más fáciles de procesar que otras. La emoción del encuentro fue muy grande: yo tenía miedo. Miedo a reencontrar a esa joven que un día fui y que no se imaginó tener que enfrentar los obstáculos que el camino me ha brindado. Mi conmoción fue grande, una lección de humildad: cada una de nosotras hemos forjado nuestro destino. Hoy creo que no debemos temer a encontrarnos con nuestro pasado, al contrario, es importante integrarlo, por las siguientes razones:
1. Conocer mejor quién has sido y en quién te has convertido te da fuerza
2. Saber que tus amigas del pasado sienten por ti lo que tu por ellas: un amor incondicional
3. Reconocer que no para todas nosotras ha sido fácil
4. Recordar a tantas personas que han estado en tu vida
5. Agradecer a cada una porque forman parte de tu vida, de tu personalidad, de tu historia
Sean estas palabras un homenaje a mis maestras, a mia amigas, a las que no lo fueron y a las que lo siguen siendo. A las que dejaron de ser y a quiénes me gustaría recuperar. Sea este un homenaje a estas mujeres que somos: fuertes, valientes, divertidas y especialmente buenas. El Vallarta nos dio algo de lo más valioso que la vida tiene: el valor de la compasión. Y añado: no han sido obstáculos, han sido nuestros maestros, la escuela de la vida sigue…
Que valiosa experiencia Rocío, gracias por compartirla y aprovecho para decirte que no he recibido mi constancia del curso de atención en crisis, me interesa mucho contar con élla, hasta pronto, un abrazo.
Magda:
Mis mejores deseos para el 2013. Supongo que ya tienes tu constancia. Te envío un abrazo con mucho cariño
Yo brindo por la amistad, por el reencuentro, por lo bien que la pasamos. Te quiero, amiga del alma.
Mac
Me encantó todo lo que dices. Lo entiendo perfectamente y pienso que de alguna manera, casi todas, somos «magnolias de acero». Que nuestras amigas son nuestras hermanas, nuestras porristas, nuestros apoyos y a veces, nuestras maestras…. Un abrazo amoroso.