Cada uno de nosotros tenemos un mundo interno poblado de imágenes, de recuerdos, de experiencias, de vivencias que nos hacen ser quiénes somos. Vemos al mundo desde ahí, desde nuestra propia historia. En ocasiones, nos es muy difícil «salirnos» de ahí para poder escuchar al otro. Para prestarle verdadera atención y para reconocerlo.
Reconocer significa mirar (no sólo ver), escuchar (no sólo oír). Significa respetar lo que el otro piensa, lo que el otro siente, lo que el otro es. Todos necesitamos testigos de nuestra existencia. Necesitamos que alguien más sepa de lo que nos ocurre, de lo que nos duele, de lo que pensamos y sentimos.
Y esto ocurre con todas las personas, sin importar su condición social, su raza, su condición sexual, su situación económica o su cultura. En este mundo que tiende a la deshumanización solemos reconocer solo al otro «que me conviene», que me va a dar algo, del que puedo obtener una ventaja. Y eso deshumaniza. Te invito a reconocer a todos los otros. A llamarles por su nombre, a escucharlos y mirarlos, esto incrementará tu dignidad y tu calidad de vida. Reconoce al otro, deja de pensar sólo en ti, crecerás mucho con esta práctica.
Una reflexión muy importante especialmente en estos tiempos, que padre hubiera sido que se realizara la maestría en logoterapia por acá, que Dios te bendiga. Un abrazo
Magda: siempre leo con mucho gusto tus comentarios. Recibe un abrazo grande. Rocío
Rocío: Me encantan tus reflexiones y las comparto con mis alumnas.
Me interesa tu libro «Fija tus límtes», dónde lo puedo obtener??
Ta mando un abrazo cariñoso Sonia Trujillo
Sonia querida: yo también te he extrañado. Mi libro lo tengo en mi consultorio, te lo puedo dejar allí o te lo mando a donde me digas. Estamos en contacto y gracias por escribir. Un abrazo