Nuestra cultura está diseñada para evitar la soledad. Si dices: «fui al cine sola» los demás te miran con una mezcla de extrañeza y lástima. Ir a comer sola puede parecer el no va más de lo patético.
Todos nosotros tendremos que enfrentarnos con la soledad: casados, padres, madres, solteros, hijos, parejas…puedes quedar viuda, o tus hijos se van o te separas de tu pareja. Todos nosotros viviremos muchos momentos de soledad. No querer enfrentarnos con esta verdad suele significar el pago de un precio altísimo.
Perdemos nuestra dignidad cuando le suplicamos a alguien que ya no quiere estar con nosotros que se quede.
Perdemos nuestra libertad cuando a cambio de compañía cedemos lo que no deberíamos.
Perdemos nuestra autonomía cuando nos hacemos dependientes de alguien que quisiera liberarse de nosotros.
Perdemos nuestra capacidad de amar cuando chantajeamos a otra persona con tal de que nos acompañe.
El único lugar donde puedes ser totalmente tu misma es en la soledad. En la soledad, puedes pensar. Puedes reflexionar sobre tu vida. Puedes conocerte y recuperar la energía que desgastamos al convivir con los otros. Puedes leer, escuchar música, escribir, ordenar tus cosas y tu mente. Decidir que quieres seguir haciendo y que necesitas cambiar. Descansar. Desarrollar aficiones que enriquecen tu espíritu. En la soledad puedes irte haciendo cada vez más amiga de la persona que estará junto a ti toda tu vida: tú misma.
como siempre me gustó mucho, gracias por enriquecer a mi crecimiento como persona.
Gracias Rocío; Tus comentarios llegan en el momento preciso, alegran mi mente y espíritu.
Luz María: no sabes como agradezco palabras como las tuyas. Son un estímulo muy eficaz. Un abrazo!! Rocío