Con que frecuencia escuchamos: «Fulanito no me da mi lugar», «Zutanito me falta al respeto». El hecho es que cuando no nos colocamos en un lugar de respeto propiciamos que el otro abuse, sea grosero, nos maltrate.
Tu lugar sólo te lo puedes dar tú. Y el otro percibe de modo inconsciente en que sitio estás. ¿Y cuál es tu lugar? El de ser una persona digna de respeto, como lo somos todos los seres humanos.
Recibimos de los otros, en cierta medida, el trato que creemos merecer. Si yo me considero un tapete, el otro probablemente me pise. Si yo trato al otro a gritos, con grosería, es muy probable que reciba igual tratamiento.
La ambivalencia en las relaciones es inevitable. Podemos sentir mucho cariño por una persona y a veces no tanto. Y eso es normal. Nos cansamos del otro, encontramos desagradables o irritantes ciertos hábitos, nos sentimos defraudados cuando no cumplen con nuestras expectativas. Esto no debe traducirse en abusar, en maltrato. Alejarse un poco, un rato, puede servir. Hay una gran distancia entre separarse un poco o en caso necesario hablar de los conflictos inevitables en toda relación a faltar el respeto o permitir que otros lo hagan con nosotros.
Respetarte significa entre otras cosas ser prudente, cuidarte, ser responsable de tus acciones y respetar a los otros. Es un camino de dos vías.
Excelente! felicidades
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