Al rededor de la psicoterapia hay gran cantidad de prejuicios entre los cuáles he encontrado:¿porqué le voy a contar mis problemas a un extraño que nada sabe de mi?,¿acaso estoy tan mal que necesito ayuda? entre muchos otros. La respuesta para la primera pregunta es que precisamente por ser un extraño que está preparado para escuchar de manera objetiva. Para la segunda podemos argumentar que justamente cuando tomamos conciencia de la necesidad de ayuda es cuando empezamos a estar mejor. Quién no puede admitir su problema está absolutamente imposibilitado de abordarlo.
Ahora bien, en esta profesión podemos encontrarnos con aficionados que, sin la preparación adecuada, intenten ejercer la psicoterapia. Debemos cuidarnos de no caer en manos poco profesionales. Para ello, es indispensable verificar que quién nos atienda cuente con una cédula profesional que lo autorice al ejercicio de su profesión. Todo paciente tiene el derecho a exigirla.
Procurarnos un espacio para pensar, para elaborar nuestra historia, para hablar sobre nuestras preocupaciones, nuestros temores y angustias nos facilitará el camino para conocernos, para ser más libres y tener mayor conciencia para saber en donde estamos parados, porque es así y hacia donde vamos. Entender quiénes somos nos ayudará a saber cuidarnos y querernos mejor. Nada sale más caro que la ignorancia. Cuando somos infelices dañamos a quiénes nos rodean. Es un derecho y una obligación hacer lo posible por estar bien.
Tienes toda la razón, hay personas que por sólo el echo de que asistieron a cierto curso ya piensan que están preparados y resulta que hacen más daño que bien a la persona. Bendiciones
Lucina: gracias por escribir. Debemos estar alertas. Rocío