Hay una enorme diferencia entre sobrevivir o vivir. Cuando estamos atravesando por momentos especialmente dolorosos solemos sobrevivir. En medio del duelo y la tormenta apenas quedan fuerzas. Es heroico sobrevivir. Es indispensable hacerlo.
Cuando el impacto del dolor va disminuyendo, especialmente si lo elaboramos adecuadamente, cuando nos decidimos a enfrentar plenamente las consecuencias de nuestros actos y asumimos la responsabilidad de nuestras vidas, entonces vivimos.
Vivir en verdad es una cuestión de compromiso. Un compromiso absoluto con nosotros mismos: de decirnos la verdad, de separar lo que es nuestro y lo que es del otro, de responsabilizarnos por cada elección conociendo y reconociendo los efectos de lo que hacemos, de lo que dejamos de hacer, de lo que decimos y de lo que callamos. Es poner límites a los otros y no permitir de ninguna manera el maltrato. Es saber comunicar asertivamente lo que no nos parece. Es también ser amables con los demás, ser considerados hacia lo que el otro piensa, lo que siente, su propia historia y sus propias limitaciones. Es perdonarnos por nuestros errores con la franca intención de corregirlos.
Vivir en verdad requiere disciplina, trabajo personal. Y sobre todo, aprender a amar. Querernos y saber querer, que no significa decir «te quiero» sino actuar desde un lugar de profundo respeto a los seres vivos. A todos. A veces estamos en «modo supervivencia», y con mucho trabajo, esfuerzo, honestidad y disciplina, a veces podemos vivir realmente y asombrarnos ante el privilegio de estar vivos.
Excelente !!!