Hay una gran distancia entre reprimir y dejar fluir a nuestros sentimientos. Reprimir enferma. Fluir libera y nos ayuda a conocernos mejor.
Desde niños vamos aprendiendo que algunos sentimientos son “negativos”: no estés triste, ya no llores, sonríe!, nada más lejos de la verdad. Los sentimientos son y no se les puede aplicar un juicio de valor. A lo que si se le puede juzgar es a la forma de expresarlos. Y creo que ese punto es en donde hay mucha confusión.
El niño tiene derecho a estar enojado pero no tiene derecho a patear a su perro para expresar su enojo.
La madre tiene derecho a sentirse triste pero no tiene derecho a compartir su enorme tristeza con su pequeño de dos años que tanto la necesita.
El padre tiene derecho a sentirse frustrado pero no tiene derecho a gritarle a su esposa.
En un sólo día, nosotros experimentamos una gama enorme de sentimientos. Y hay que desarrollar la capacidad de observarlos, de no reprimirlos y de expresarlos de maneras protegidas.
Si estoy triste y necesito estar sola: adelante! tal vez un buen paseo ayude a liberar esa tristeza. Los disgustos digeridos en silencio terminan por digerir las células del cuerpo en el sentido literal de la palabra.
No se pretende sustituir los sentimientos negativos por otros positivos: se trata de dar entrada franca y dejar curso al libre desarrollo de los sentimientos. Debemos mirar de frente a nuestra rabia y vivirla, siempre en actitud de contemplación y con respeto a los otros.
Primero reconocerlos, mirarlos de frente, dialogar con ellos y luego exteriorizarlos de manera protegida: en el lugar adecuado, con la persona adecuada, en el momento adecuado. No dejar el paso libre a la agresión pero si dialogar con ella: ¿Qué es lo que me hace sentir tan enojada? ¿Qué ha detonado esta tristeza en mi?
Es importante además, despojarse de la expectativa de que debemos estar contentos siempre. Eso es una mentira!. Los sentimientos de odio y enojo nos ayudan mucho para entender los límites que debemos fijar en las relaciones con otros:En el coraje hacia una persona se oculta un impulso positivo: no deseo que me hagas sombra, quiero vivir!
Un comportamiento pasivo enferma. No hay razón alguna para tener miedo a los sentimientos negativos porque tampoco somos responsables de su aparición: sí del modo de expresarlos.
Honra a tus sentimientos: no los nieges, están ahí para algo, te lo aseguro!