Viktor Frankl, el creador de la Logoterapia, quién padeció los horrores de tres campos de concentración, escribió: “los que hemos padecido atrocidades disponemos de una enorme ventaja sobre los demás. Tenemos una “regla de medir el horror” con la que podemos calibrar en cada momento los problemas y las adversidades actuales. Al hacerlo, el presente nos parece, en comparación con lo padecido, absolutamente agradable y soportable en todos los casos”.
Si tu has padecido una gran pérdida, la muerte de un ser querido, un divorcio, una pérdida de salud o de trabajo, o alguna otra pérdida importante sabes muy bien medir el dolor. El sufrimiento se convierte entonces en significativo porque nos ayuda a ubicarnos. Nos hace más maduros, más sabios, más inteligentes, más fuertes. Ya las pequeñas vicisitudes de la vida cotidiana no nos avasallan.
Algo bueno tenía que tener lo malo! Una vez que se ha superado el terrible dolor, aprendemos a vivir con nuestro dolor, justamente: aprendemos a vivir. Ya no nos quejamos de situaciones menores, de obstáculos superables, de situaciones que en realidad no tienen la mayor importancia.
Vivir es un arte. Un arte se aprende. Aprender a vivir lleva tiempo, dedicación y paciencia. Nuestras pérdidas y las situaciones y personas que nos han lastimado son nuestros más grandes maestros. No olvidemos las lecciones y apreciemos cada momento, que de eso está hecha la vida: de momentos.Vivir con alegría y agradecimiento es tener una vida con sentido, es imprimir amor a cada momento.