¿Cuántas veces te has arrepentido de decir algo? yo, muchas. Particularmente cuando he criticado a otra persona o cuando he cometido una indiscreción, cuando me ha faltado prudencia, cuando he lastimado a alguien.
Son los momentos más difíciles de perdonarse a uno mismo. «Somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos».
Las palabras tienen energía. Hablar desgasta, y, sobre todo: se corren muchos riesgos al hablar, algunos de estos riesgos son:
* ser superficiales: esto es, interrumpir un discurso profundo, que está saliendo del corazón del otro y nosotros preguntar algún detalle superficial que rompa con el momento
* juzgar a otros: si nos fijamos bien, muchas veces estamos hablando de otros y en muchas ocasiones lo estamos juzgando o comparándonos con ellos, o clasificándolos. El otro es un tema fácil para hablar y es uno de los temas más peligrosos, podemos hacer mucho daño, robarle el prestigio, la tranquilidad, podemos incluso traicionar. Cuando hablamos de los otros nos alejamos de nosotros mismos, nos apartamos de nuestra realidad,
* evidenciar nuestra necesidad de atención: si nos convertimos en el centro de la reunión, hablando y hablando sin parar, haremos muy evidente cuánto necesitamos ser vistos y nuestro parloteo puede volverse vacío, hueco, hasta insoportable,
por otro lado, en el silencio:
*estoy conmigo, y aunque en un principio resulte amenazante, es el único modo de estar presente en mi vida,
* percibo mi realidad, me doy cuenta de lo que pienso y de lo que siento,
* puedo tomar postura: puedo ponderar, medir, reflexionar sobre lo que me pasa, sobre lo que vi, lo que hice, lo que escuché, lo que en verdad quiero y lo que ya no deseo…
Pero ¡cuidado! el silencio no cura, el silencio aísla… cuando no comparto mis heridas más profundas, mis sentires, mis miedos, mis quereres… entonces me aparto del otro, me separo, me alejo y el otro se resiente!
Es en el equilibrio donde se puede encontrar la respuesta, y este tema es tan importante desde mi punto de vista, que tendrá continuación en mi siguiente ocasión… por el momento, me callo.