En esta ocasión comentaré la importancia de saber recibir. La mayoría de nosotros nos preocupamos mucho por dar a los demás y se nos olvida, con cierta frecuencia, que hay un dar activo y un dar pasivo. El dar activo es cuando damos algo concreto al otro, puede ser dinero, un favor, escucharlo, un servicio o un objeto. Es hermoso y satisfactorio mientras no se utilice como un medio para controlar. Casi siempre, cuando damos, estamos esperando algo de regreso, casi siempre, cuando damos, queremos controlar al otro: que al menos nos esté agradecido. Podemos aceptarlo o no, pero así es.
El dar pasivo es muy diferente: consiste en recibir de los demás, incluso puede ser pedirle algo al otro y recibirlo con entusiasmo. Cuando recibo algo del otro estoy confirmando su existencia. Estoy diciendo «eso que tu eres y eso que tu tienes para dar es importante». Al recibir no tengo una posición de control. Tengo una posición de humildad. El dar pasivo engrandece.
Es mejor recibir que dar.
Así que la tarea de esta semana nueva es recibir de los otros. Nada de decirle al otro: «no gracias» con cara de victima cuando nos quiera dar algo. Nada de no pedir favores. Nada de soberbia. En el dar hay soberbia. En el recibir hay humildad.
La tarea es crecer como personas. No olvidemos que justo el pensar es lo que nos hace más personas. Piénsalo mucho.
Y da pasivamente una vez al día…ya verás que sucede.