Recibo con frecuencia cartas por correo electrónico en donde padres o madres me confían el problema al que se enfrentan cuando un hijo de 35, 40 o más años vive en casa de sus padres. Los motivos son diversos: no se ha casado, se casó y se divorció y así regresó incluso con uno oSigue leyendo «Hijos que no se van: pájaros sin alas»