El tema del manejo del dinero en las relaciones da para mucho. Nuestro dinero es nuestra energía. Cómo lo obtenemos, cómo lo cuidamos, con cuánto nos podemos quedar y cuánto gastamos habla de situaciones en nuestro interior que tal vez no hemos hecho conscientes. El dinero es un símbolo. Y también un arma.En esta ocasión, escribo sobre el modelo de relación en el que uno maneja el dinero y el otro lo pide…
En la pareja y en la paternidad, así como en otras relaciones, se da con mucha frecuencia la táctica del dinero a cuenta-gotas, esto significa que uno tiene el dinero grande y al otro se le va dando «sólo lo que necesite» y cuando lo pida y a veces y no la cantidad completa…¿te suena familiar?
¿Qué significado tiene esto? ¿Cómo afecta al que debe pedir y a veces recibe?
Es un modelo de relación en donde se fomenta y se perpetúa la dependencia y el control. Es un modelo que funciona muy bien para limitar la autonomía del otro. Es un modo excelente de decirle al dependiente «eres tan tonta o tan inútil que no puedo darte ni un peso más, realmente no sabrías cómo manejarlo». También es un modo de decirle al dependiente: «pórtate bien conmigo o tendrás el riesgo de no recibir ni un centavo».
El que tiene el control no está dispuesto a perderlo. Que tal que lo dejas de querer, o de necesitar. Que tal que acabas por odiarlo por obligarte a mendigar o a comportarte de modos que no son los que tu quieres con tal de que no se enoje contigo. El que tiene el control lo necesita. Y hará lo imposible por conservarlo.
El dependiente tiene también una especie de control, más sutil, más inconsciente, pero lo tiene. Las dependientes usufructúan la comodidad que se desprende de ser protegidas. Es más cómodo no tener que esforzarse por ganar el dinero. Es más cómodo ser las víctimas y no las protagonistas de nuestra vida.
Este modelo en realidad está reeditando una situación infantil. El padre o la madre me dan y yo me comporto bien para que me den. Y desarrollo estrategias para pedir. Pero eso sí: el que paga, manda.
Este modelo limita al dependiente para adquirir criterio, madurez, autonomía. Y muchos padres en realidad no desean que sus hijos sean autónomos. En realidad, empeñan su vida en tener suficiente dinero para poder controlar a sus hijos y a sus esposas. Pero esto no es una cuestión de género, o al menos no es así necesariamente.
Las relaciones de dependencia suponen desigualdad. La desigualdad genera, a la larga, resentimientos.
En fin… es el dinero un tema más tabú que la sexualidad. Sobre todo en la pareja. Ya hablaremos…
Que le pasa a la mujer de hoy que cuando tiene el dinero, el poder y el control, se enoja y se da cuenta de que eso no era lo que queria, y ahora eso te estorba, y te conviertes en un mounstro resentido, pero con dinero.
Definitivamente confundimos la independencia economica y la autonomia. Creimos que el dinero nos iba a da «valor», y nada mas nos hace mas conscientes de la desvalorizacion propia no se cura con dinero. Se cura con amor, con el gusto por ser tu misma, por que te guste quien eres, y lo que haces, y como vives, y con quien.
Martha: es cierto, es muy fácil confundirse con lo que el dinero si da y lo que no da. Fundamental tu reflexión. Gracias