Las personas tenemos una tendencia a compararnos con los otros. Para medirnos, para valorarnos, para saber quiénes somos, inevitablemente nos comparamos con otros. Parece que no podemos evitarlo. Y al hacerlo perdemos libertad y autonomía.
Es una tarea absurda porque cada uno de nosotros tiene unas características muy específicas, una historia diferente.
Olvidamos con frecuencia que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. No ha habido, ni habrá otra persona como nosotros.
Cada persona tiene un camino que recorrer, una misión a descubrir, un sentido concreto a realizar a cada momento. La vida nos presenta circunstancias diferentes a cada uno y por lo tanto sólo nosotros podremos responderle a la vida, nadie puede sustituirnos en tal tarea.
Sí nos comparamos con los demás, nos estamos dejando manejar por ellos. Debemos compararnos solamente con nosotros mismos.
Nadie puede vivir mi vida por mi. Nadie puede cuidarme, o hacerse responsable por mis actos. En ese sentido estamos absolutamente solos. Solos para construir nuestro destino y para vivir las consecuencias de cada una de nuestras decisiones.
Lo que sembremos, vamos a cosechar. De cada acción y de cada omisión hay alguna consecuencia. Todo lo que haces, o dejas de hacer, cuenta.
Lo que estás viviendo hoy es el producto de lo que has permitido pasivamente que ocurra o de lo que has creado activamente.
La salud mental es en gran medida la aceptación de la responsabilidad sobre nuestras vidas. No podemos culpar a los otros, no podemos pedirles a los otros que se hagan cargo de nuestras vidas. Nosotros somos los autores de nuestra vida.
Cada acción que vayas a realizar debe pasar por el siguiente criterio: ¿sí este acto se volviera un hábito en mi, sería para mi bien a largo plazo?
Lo más importante en nuestra vida es cómo nos sentimos con nosotros mismos respecto a cómo hemos actuado. Con los años surge inevitablemente la reflexividad obligatoria. Esto significa que inevitablemente nos pondremos a repasar nuestra vida y haremos un balance sobre cómo hemos actuado.
Para protegernos existencialmente, nada cómo reflexionar sobre nuestros actos cotidianos. Lo que hacemos hoy tendrá sus consecuencias. Tomemos decisiones libres, no basados en lo que otros esperan de nosotros, no decidamos para impresionar a otros, o para que otros nos vean o nos quieran.
Que nuestras decisiones y nuestros actos sean, de verdad, nuestros. Al fin y al cabo, estaremos toda la vida con nosotros mismos y a quién daremos cuenta de nuestros actos, en primer lugar, es a nosotros mismos!!
Gracias Rocio ,como , Asi es esto fue un patron de conducta mio en el que tuve (estoy) trabajando mucho!!!!!!!!!
Besos
Roxana