Ser madres o padres es un proceso psicológico que jamás termina. Aunque nuestros hijos sean adultos seguimos siempre queriendo protegerlos, cuidarlos, y en muchos casos: controlarlos.
Cuando un padre o una madre se entera de un problema serio que un hijo adulto tiene y que está asociado con alguna conducta auto destructiva
cómo puede ser una adicción, obesidad, anorexia, malas elecciones de pareja, un fracaso económico o profesional por mencionar ejemplos, lo habitual es iniciar un proceso que pasa por las siguientes etapas:
1.Impacto: solemos sentirnos absolutamente culpables y responsables. Estos sentimientos son además de abrumadores, irracionales. Los padres solemos culparnos en exceso por las conductas autodestructivas de nuestros hijos.
2. Enfrentamiento con la realidad: poco a poco vamos aceptando que nuestro hijo no es ese hijo ideal que tenemos en la mente. Es un proceso muy doloroso pero indispensable.
3. Acción: la madre suele ser la primera en buscar ayuda. Una clínica de rehabilitación, un psicoterapeuta, dinero. Lo ideal es que los padres acudan a terapia.
4. Aceptación de los límites: darse cuenta que por mucho que queramos, no podremos «salvar» a nuestros hijos de ellos mismos. Admitir que no somos totalmente responsables. Admitir que quizá ni siquiera quieran nuestra ayuda.
5. Autonomía: la madre y el padre, en el mejor de los casos, regresan a vivir su vida y ocuparse de sus propios asuntos, puede ser que haya tristeza y dolor pero al fin dejan de intentar controlar la conducta de su hijo. En esta etapa inicia la recuperación y el camino hacia la salud mental.
6. Conexión: la madre logra reconectarse con su hijo o hija desde otra perspectiva, se reconoce que el hijo es adulto, que es el único responsable de sus conductas y surge una nueva y madura relación con él.
Cuando un hijo adulto culpa a sus padres por sus conductas auto destructivas nada lo ayuda más que hacerlo responsable de ellas. Darle ayuda condicionada y decirle algo parecido a esto: «Lamento no haber sido para ti la madre que tu querías, hice lo mejor que pude. Eres adulto y por tanto responsable de tu propia vida»