Es frecuente creer que el sufrimiento no tiene nada que ver con mi modo de ser, y esto suele ser un error. La ignorancia es una de las causas del sufrimiento, otra es la soberbia. La soberbia nos conduce a cometer errores graves que pueden causarnos mucho dolor. Cuando no somos capaces de pedir ayuda, cuando creemos que a nosotros no nos puede pasar nada malo o sentimos que somos superiores a otros, estamos aumentando las posibilidades de sufrir inútilmente.
Del mismo modo, la humildad es una virtud que puede ayudarnos mucho en ahorrarnos dolor. Desde la soberbia las pérdidas duelen mucho más, porque nos quedamos atorados en pensar ¿porqué a mi? sin reconocer que -casi siempre- hemos sido los responsables absolutos de nuestra desgracia. Es más fácil culpar al otro y decir: «de repente, mi pareja me dejó de querer» y así no tenemos que enfrentarnos con lo que nosotros hicimos para que esto sucediera. O nos quejamos «no tengo dinero para pagar mis deudas» en lugar de reconocer que hicimos mal uso de nuestra tarjeta de crédito, por ejemplo.
Es fundamental reconocer nuestra participación en lo que nos ocurre, no atribuir al azar lo que es sólo imputable a nuestra falta de responsabilidad. El dolor de hace doble cuando no nos decimos la verdad y reconocemos humildemente nuestro error. Al reconocerlo nos aseguramos de no volver a cometer ese error, pero si nuestra soberbia nos impide reconocerlo, entonces volveremos a sufrir y no encontraremos la lección que todo dolor encierra.
Felicidades! muy buen contenido…me gustaría publicarte en medios, es posible?
por supuesto!! Gracias, Yo.