Vivir en la verdad

La verdad sí nos hace libres. Tengo una amiga que siempre dice: con la verdad no te equivocas. Y es cierto. Cuando vivimos desde nuestra verdad podemos presentarnos con los demás tal y cómo somos y entonces aumenta nuestra autoestima.

Cuando le mentimos a los demás nos alejamos de ellos irremediablemente. Casi nada duele tanto cómo que una persona te mienta, te engañe. Y sobre todo, la relación se resquebraja de modo irremediable porque cuando se pierde la confianza se pierde todo. Además, recuperar la confianza en alguien que te ha mentido es muy difícil.

Es fundamental decir nuestra verdad a los otros, pero es aún más importante decirte la verdad a ti misma. Revisar tus circunstancias y nombrarlas. Si tienes un problema económico admítelo. Pon las cifras en papel y elabora un plan realista para ir solucionando. Si el problema es de salud: lo mismo. Revisa, ve a hacerte los estudios correspondientes, sé honesta y comienza a corregirlo. Y así con cada aspecto de tu vida. Cuando logramos vivir en la verdad podemos alcanzar la paz.

De estos aspectos y otros sobre la verdad hablaré en mi conferencia anual. Es mi regalo para mis queridas alumnas y amigas. Te espero en el Restaurante Cerro Viento, el viernes 7 de Diciembre, de 10 a 11:30 am. En Homero y Emerson, Polanco, Ciudad de México.  Confirma por favor tu asistencia al 5 8 12 15 22 o a mi correo rocioarocha@gmail.com

Enemigos de la mujer

Las mujeres tenemos tres enemigos: nuestro pasado, nuestra inseguridad y nuestra cultura.

El pasado es una historia que sólo existe en nuestra mente: en la de nadie más. Sí fuimos abandonadas, maltratadas, devaluadas, abusadas, engañadas…es tiempo de dejar atrás el dolor, es tiempo de perdonarnos a nosotras, es tiempo de tomar la decisión de no permitir que ese pasado sea el modelo para diseñar nuestro futuro.

Nuestra inseguridad proviene de sentir que no somos suficientemente bonitas, delgadas, buenas, jóvenes, atractivas, capaces, inteligentes. La traemos heredada, aprendida, la llevamos a todas partes. Y es cierto, somos cómo nuestra piel: con manchas, arrugas, pecas, lunares, y perfectas. Nuestra piel contiene a nuestros órganos, nos protege, nos conecta con los demás. No esperemos a ser eso que suponemos debemos ser para amarnos y cuidarnos más.

Nuestra cultura es el medio en el que nos movemos plagado de publicidades que en realidad desprecian a la mujer: imágenes de mujeres «perfectas» con vidas «perfectas» que sólo nos hacen sentir devaluadas. No podemos ni debemos dejar de vivir nuestra propia vida hecha a mano por motivo de una cultura de consumo, que lo único que desea es hacernos sentir menos por no tener ese bolso, ese auto, ese vestido, esa casa. Aprecia lo que tienes y date cuenta de que cuando el equipaje es más ligero, la vida es más facil.

 

Las compañeras de viaje

Hace casi una semana tuve el placer de asistir a una reunión de mis compañeras de generación durante los años de Secundaria y Preparatoria en el Colegio Ignacio L. Vallarta, en la Ciudad de México. Hace 30 años que salimos de la escuela, cada una con su historia y sus sueños y anhelos para realizar.

En 30 años cada una de nosotras ha vivido innumerables experiencias: unas más fáciles de procesar que otras. La emoción del encuentro fue muy grande: yo tenía miedo. Miedo a reencontrar a esa joven que un día fui y que no se imaginó tener que enfrentar los obstáculos que el camino me ha brindado. Mi conmoción fue grande, una lección de humildad: cada una de nosotras hemos forjado nuestro destino.  Hoy creo que no debemos temer a encontrarnos con nuestro pasado, al contrario, es importante integrarlo, por las siguientes razones:

1. Conocer mejor quién has sido y en quién te has convertido te da fuerza

2. Saber que tus amigas del pasado sienten por ti lo que tu por ellas: un amor incondicional

3. Reconocer que no para todas nosotras ha sido fácil

4. Recordar a tantas personas que han estado en tu vida

5. Agradecer a cada una porque forman parte de tu vida, de tu personalidad, de tu historia

Sean estas palabras un homenaje a mis maestras, a mia amigas, a las que no lo fueron y a las que lo siguen siendo. A las que dejaron de ser y a quiénes me gustaría recuperar. Sea este un homenaje a estas mujeres que somos: fuertes, valientes, divertidas y especialmente buenas. El Vallarta nos dio algo de lo más valioso que la vida tiene: el valor de la compasión.  Y añado: no han sido obstáculos, han sido nuestros maestros, la escuela de la vida sigue…

¿Hablas tú o tu dolor?

Muchos de nosotros en ocasiones no estamos hablando por nosotros, sino por nuestras heridas. Podemos darnos cuenta de que esto sucediendo si:

+ somos agresivos con los demás

+ causamos dolor al otro, con ofensas, malas caras, insultos, devaluaciones

+ perdemos el autocontrol y decimos palabras hirientes lastimando nuestra relación con el otro

+ nos cerramos puertas por ser groseros

Sí esto nos está ocurriendo, sin duda, está hablando nuestra herida por nosotros. Es necesario destapar la herida, sacar el veneno aunque duela. Remover lo acumulado y permitir que, aunque creamos que no hay medicina que cure nuestro dolor, otra persona nos ayude.

Es muy positivo que antes de juzgar al otro reflexiones quién está hablando: la persona o sus heridas.

Sí tus palabras van a destruir en lugar de construir, si van a lastimar en lugar de consolar, si están llenas de hiel y no de miel…seguro estás herida. ¿Te atreves a admitirlo e intentar sanar?

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