Terminar una relación

Pocas situaciones más dolorosas que terminar una relación. Hay personas que nos acompañan toda una vida, y hay otras que sólo estarán con nosotros por un tiempo. Hay un dicho que dice que hay amigos por y para una razón, otros para una estación y otros para una vida.

Yo me imagino que es como ir en un vagón de tren: algunos pasajeros están con nosotros todo el trayecto y otros sólo un tiempo, otros se suben en una parada y se bajan a la siguiente. Y es muy importante saber reconocer cuando el otro ya no quiere estar, o ya no está… en ocasiones, el otro se ha ido y nosotros creemos que todavía está.

No siempre es el otro el que decide. Habrá momentos en los que lo más sano sea que nosotros decidamos terminar con una relación. A veces, la vida o la muerte lo deciden.

También puede darse el caso de que la decisión no sea terminar la relación, sino replantearla. Que siga siendo, pero diferente, con otras reglas, con otras dinámicas.

¿Cuándo decidir separarse o replantearse una relación? No quiero ser simplista, porque sé muy bien, por experiencia, lo complicado y doloroso que esto resulta. Sin embargo, creo que cuando la relación me quita mucho más de lo que me da, es momento de tomar decisiones. En todas las relaciones hay un intercambio, me dan y doy. Cuando la balanza se inclina demasiado es cuando hay que detenerse a reflexionar. Es necesario tomar en cuenta que el intercambio no es de «lo mismo»: una persona me puede dar alegría y yo le doy escucha. Otra me da compañía y yo le doy cariño, una más me da la oportunidad de trabajar y yo le doy mi esfuerzo. En teoría, la que debe ser más pareja, pues claro, es la de pareja. Y con mucha más frecuencia de lo deseable, suele ser de las menos equilibradas! Sobre todo cuando entran factores cómo el abuso verbal, emocional o psicológico.

Para replantear una relación de cualquier tipo: amistad, pareja, de trabajo o una situación de cualquier tipo: trabajo, salud, modo de vida, suele ser recomendable escribir la respuesta a las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo comenzó la relación?
Recordemos que quién tiene hambre hace malas compras. ¿Estabas hambrienta cuando comenzó la relación? porque si es así puede ser que hayas pasado por alto cualidades muy poco deseables, o hayas expandido tus límites para aceptar o tolerar lo inaceptable. ¿Hubo acuerdos?

2. ¿Cómo se fue desarrollando?
Reflexionar en las dinámicas que se fueron construyendo, los mejores momentos, los momentos difíciles, las negociaciones. Es muy importante escudriñar con honestidad y anotar los puntos claves, las altas y las bajas.

3.¿Qué desgastó a la relación?
Las heridas de la relación: cuándo y como nos desilusionamos, que soluciones intentamos sin éxito, qué imaginamos sobre terminar la relación, cómo nos sentimos cuando hubo desilusiones.

4. ¿Qué aspectos de la relación queremos conservar, o repetir, y qué deseamos cambiar o eliminar de la relación? Puede ser que haya la posibilidad de terminar con ciertas dinámicas enfermas de la relación y que se logren conservar otras que sean saludables. Puede ser que la relación cambie de forma. O puede ser que sea imposible conservar algo. Si la terminación es indispensable y definitiva entonces es necesario definir nuestros errores para no volver a cometerlos y definir cómo queremos recordar esa relación además de despedirse con agradecimiento por lo aprendido.

5. ¿Qué nuevos proyectos podemos plantearnos?
No se trata de correr a una nueva relación. Primero habrá que pasar por el proceso del duelo y dejar un espacio de tiempo es sin duda lo más saludable para aprender, elaborar, recapacitar y alimentarse. Pero si podemos y debemos planear nuevos proyectos, ese espacio se va a llenar: cuidado! es mejor sentir el hueco y esperar, resistir hasta que surga lo nuevo, lo que tiene que llegar, sin apresurarse, sólo esperar!

El taller del alma

En otros tiempos sí una persona deseaba trabajar su espiritualidad, tenía la opción de ir a un monasterio, o convertirse en un ermitaño.Hoy también, pero la verdad es que no es tan sencillo para una madre o un padre o simplemente para una persona que debe trabajar para ganarse el sustento, la posibilidad de retirarse de la cotidianidad para trabajar el alma.

La vida cotidiana debe ser nuestro taller para el alma.
Venimos a éste mundo a trabajar aspectos de nuestra alma y cada situación que nos ocurre, cada lugar en el que estamos, es una oportunidad para éste trabajo.

Y es que lo que más nos confronta, nos amenaza, nos pone en situación de vulnerabilidad, es precisamente la relación con el otro. El otro es tu pareja, o tu jefe, o tu hermano, tu hijo, tu padre, tu amiga.

La intimidad es un viaje a lo desconocido. Ya Ortega y Gasset, el meditador del Escorial, lo escribió: «ningún territorio humano ha sido menos explorado que el del amor». Relacionarse con el otro nos enfrenta con dimensiones propias hasta entonces desconocidas.

En la relación de pareja, el ideal del amor nos distrae del camino del amor. En la relación con los hijos sucede lo mismo. Al dejarnos llevar por imágenes sobre cómo debe ser una relación, nos olvidamos del verdadero trabajo que debe hacerse en cada relación.

Nada ofrece mayor posibilidad de crecimiento que una relación con otra persona. Y todas las relaciones ofrecen dos posibilidades: adormecernos o despertar.

Cuando permitimos el abuso, cuando abusamos, cuando no ponemos límites, cuando nos extralimitamos, cuando juzgamos, cuando le echamos la culpa al otro de lo que anda mal en la relación, estamos adormeciéndonos. Y podemos llegar a atrofiarnos.

Cuando nos hacemos cargo de lo que nos pasa con el otro, cuando decidimos comunicar lo que realmente sucede, cuando descubrimos verdades profundas sobre el otro y sobre nosotros mismos, y sobre todo, cuando tenemos la humildad de reconocer que hemos de pulir nuestro ego para poder crecer en la relación: es cuando estamos despiertos.

Los conflictos son precisamente las oportunidades de crecimiento. Los conflictos, cuando se enfrentan, nos obligan a ser más flexibles, más amorosos, más pacientes: más humanos.

Para construir una relación de largo plazo se requiere de fuerza, de valentía, de perseverancia, de compasión, de generosidad, de honestidad. ¿Cómo no admitir que son las relaciones profundas nuestro taller para el alma?

Además, para que la relación con el otro crezca, necesitamos de una mezcla de racionalidad e intuición. Necesitamos estar disponibles sí el otro nos necesita. Necesitamos saber ceder.

Lo que nos impide relacionarnos mejor y más profundamente con el otro tiende a ser nuestro miedo a conocernos y a ser vistos por el otro. Todos nosotros tenemos dentro dos fuerzas opuestas: una que quiere abrirse y relacionarse y la otra que teme y prefiere encerrarse. Depende mucho de cómo nos fue en nuestras primeras relaciones: padre, madre, hermanos, para que una de éstas dos fuerzas predomine sobre la otra.

Al observar los problemas más frecuentes de nuestras relaciones adultas, podemos conocer y reconocer cuáles fueron nuestros problemas más antiguos. Nos pasamos la vida reproduciendo los patrones de nuestras primeras relaciones. A menos que nos demos cuenta y trabajemos honesta y constantemente con nosotros mismos, no lograremos modificar esos patrones.

Es así que nuestras dificultades con las personas más cercanas a nosotros nos dan el mapa a seguir. Nos dan las pistas sobre nuestro trabajo del alma. Es así que el amor es efectivamente, la fuerza de transformación más poderosa que existe.

Las áreas para encontrar sentido

Frankl, el fundador de la logoterapia, propone cinco áreas para encontrar el sentido del momento, y son:

1. Autodescubrimiento: Conocer quiénes somos y quiénes deseamos ser. Cuando sabes que quieres, que te gusta, que prefieres, estás en posibilidad de encontrar sentido a lo que está ocurriendo. La pregunta que puede ayudar es: ¿para qué soy así?, ¿para qué me está sucediendo esto a mi?

2. Elección: Es necesario tomar conciencia de las diferentes alternativas que una situación presenta; lo que conduce a elegir cual es la alternativa que conlleva más sentido en esa situación determinada. Es necesario descubrir entre las situaciones que uno puede cambiar y en las que no son posibles. La pregunta es: ¿cuál de éstas alternativas es más significativa?, ¿elegir esto le dará mayor sentido a mi vida?

3. Unicidad: Se hace evidente no tanto por lo uno es, sino por lo importante que uno es en las relaciones con otras personas o circunstancias. Hay mayores posibilidades de encontrar el sentido en situaciones en la uno no puede ser reemplazado fácilmente por alguien. Las preguntas que sirven en ésta área son: ¿en donde soy más necesaria?, ¿a quién mi presencia le sirve más?

4. Responsabilidad: La habilidad de responder para reaccionar a las ofertas de sentido implícitas en cada situación. La elección sin responsabilidad carece de sentido. La vida se manifiesta con significado cuando asumimos responsabilidades en situaciones en la que se tiene la libertad de elegir y cuando se asume con actitud un destino inalterable. Puedo preguntarme, por ejemplo: ¿en éste problema, cuál es mi responsabilidad y cuál no?

5.Autotrascendencia: Es la capacidad de salirnos de nosotros mismos para servir a alguien o a una causa. El sentido viene a nosotros cuando salimos de nuestro egocentrismo y llegamos a los demás. ¿A quién puedo ayudar?, ¿que de lo bueno que tengo, puede ser de utilidad para alguien?

La idea de éstas áreas es que en distintos momentos de nuestro día podemos encontrarnos con alguna de éstas y que al reconocerlas, podemos descubrir el sentido del momento.

Es nuestra tarea descubrir el sentido. No se inventa, no se crea, se intuye. Todo, absolutamente todo lo que nos ocurre, tiene sentido…pero hay que descubrirlo!

Expectativas de la pareja

Lograr una buena relación de pareja no es fácil, además, no es algo gratuito, que se de por suerte o casualidad. Pocas relaciones son tan conflictivas y complejas como la de pareja.

Uno de los mayores obstáculos para la buena relación de pareja es el desarrollo de expectativas sobre lo que una pareja debe hacer, o debe darme, o cómo debe comportarse.

Nuestra cultura, que fomenta la codependencia y que promueve imágenes muy idealizadas sobre la pareja, la familia y los modos de vivir, puede convertirse en un obstáculo para lograr tener una buena relación de pareja.

Creencias y expectativas falsas hacen mucho daño. Porque al no poder cumplirse solemos sentir que no lo estamos haciendo bien, o que nuestra pareja no es la adecuada, o que de plano tenemos defectos esenciales en nuestra naturaleza.

Algunas de las expectativas que nuestra cultura fomenta son las de:
• recibir sin tener que dar: creer que vamos a encontrar a alguien que nos ame sólo por que existimos y que no tendremos que ceder, que hacer esfuerzos, que trabajar en la relación. Creer que nos van a dar y cuidar y proteger nada más así, porque sí.
• que nos llenen todas nuestras necesidades: creer que la pareja debe darnos diversión, amor, entretenimiento, dinero, compañía, cultura, cuidados, protección. La verdad es que con trabajos se los puede dar a él mismo, ¿cómo va a poder hacerse cargo de mi?
• que cubran los huecos de nuestras carencias: lamentablemente, la cultura popular nos hace creer que sí logramos encontrar a nuestra media naranja, esa persona hará que ya no tengamos otras necesidades, que su amor colmará nuestras carencias y que ya no tendremos que hacer ningún esfuerzo.
• figura parental: esto significa creer que una pareja podrá comportarse como una madre o un padre. Especialmente cuando nos ha faltado uno de nuestros progenitores o si tuvimos problemas de afecto con uno de ellos, guardamos la secreta ilusión de que ese otro nos va a dar todo eso que la madre o el padre no pudieron darnos… y eso, en ésta planeta, no existe.
• pareja parental: es decir, creer que mi pareja y yo vamos a reproducir a la pareja de mis padres. Cuando se ha tenido un modelo de pareja de padres que está idealizado, queremos reproducirlo. Por éste motivo es que no es tan saludable que los padres nunca muestren sus conflictos ya que les hacen sentir a los hijos que eso es lo normal, y éstos, al empezar a construir una vida en pareja y tener el primer conflicto, pueden creer que su elección estuvo muy mal hecha.
• cualidades míticas: atribuirle a mi pareja cualidades que no son posibles, idealizarlo le hará mucho daño a la relación.
• la debilidad del otro que me hace sentir superior: creer que si yo le voy a resolver la vida al otro, entonces ese otro me estará agradecido por siempre. Es cuando buscamos a alguien que tenga problemas y creemos que al nosotros ayudarles ellos nos van a estar agradecidos por siempre y nos amaran hasta el fin de sus días.

Estas son algunas de las expectativas más comunes, y que más daño pueden hacer a la relación de pareja.

Ninguna es posible de realizarse. La verdad es que mantener una relación de pareja es difícil, requiere esfuerzo y nuestra pareja nos dará, a veces, momentos muy gratos, y en otras ocasiones, no.

Todos estamos solos, todos tenemos que cargar con nuestra propia vida y hacernos responsables de ella. Nadie puede suplirnos en ese papel.

Lo maravilloso de tener una pareja, es crecer, es conocernos mejor a través de los conflictos, es sentirnos acompañados, de repente. Es la posibilidad de realizar nuestra necesidad de amar y ser amados. Es confirmar la existencia del otro y sentir la confirmación de la nuestra. A veces, a ratos, un poquito.

• la posibilidad de asignarle al compañero un papel compensatorio de nuestras inhibiciones inconscientes
La pareja neurótica usa los conflictos para destruirse y la sana lo usa para madurar, proceso que puede interrumpirse por la falta de compromiso, del berrinche, de la indiferencia, violencia o la incapacidad de reconocer errores.
• Otro factor que impide relacionarse adecuadamente es no poder desarrollar un concepto de nosotros, sino solo un concepto utilitario

El éxito

Existen diversos conceptos de éxito. Para cada uno de nosotros significa algo diferente. Para unos está representado por acceder a cierto nivel económico, para otros en lograr grados académicos, para otros en la pareja, para otros en logros de tipo espiritual. O una combinación de logros. Es algo muy personal. Que depende de donde estés, de tus sueños, de tus valores. Es algo individual, a veces muy influído por valores culturales. En la sociedad actual parece ser que acceder a cierto nivel económico, poseer ciertas cosas o lograr ciertos atributos es ser exitoso.

Para la logoterapia, el éxito no tiene nada que ver con eso. El éxito significa superarse a uno mismo como persona, crecer, desarrollar mis potencialidades, autotrascender. Dignificar el esfuerzo, al margen de los resultados. Lograr ejercer el valor de la actitud.

No podemos alcanzar el éxito si no tenemos una definición clara y concreta de lo que es éxito para nosotros.Personalmente, creo que el éxito es una actitud intencional ante la vida que nos ayude a administrar nuestros dones y talentos.

Escribir nuestra propia definición de éxito, creer en ella y vivir de acuerdo a ella es indispensable para saber elegir nuestras actividades cotidianas. Cuando sabemos a dónde queremos llegar estamos en posibilidad de dar pasos hacia esa meta.

Algunas sugerencias que pueden ayudarte a definir el éxito personal son:

1. Debes partir de la aceptación de tu realidad. No podemos pasarnos la vida quejándonos de lo que no nos ha sido dado. La vida no es igual para todos y a cada uno de nosotros nos tocan circunstancias diferentes. El logro es hacer lo mejor que podamos con lo que sí tenemos, no con lo que nos falta.

2. Acepta la responsabilidad de tu vida. Todo lo que haces, o dejas de hacer, cuenta. Cada instante estás sembrando para cosechar más adelante. Cada acción tiene una consecuencia, aunque no sea inmediata. Tienes muchas opciones y cada una de tus decisiones revela quién eres, qué quieres, y en quién te irás convirtiendo.

3. Deja las excusas de lado. Comprométete a que tu mundo personal sea libre de excusas. Busca las causas de tus problemas sólo en ti misma. Si hay algún aspecto de tu vida que no te guste acepta que tu eres responsable del mismo. O has permitido pasivamente que suceda, o lo has creado activamente.

4. Decide y decreta ser merecedora de lograr tus metas. Sí tu estás bien, los que te rodean se sentirán bien a tu lado. Sí tu no te quejas, contribuyes al bienestar de los demás.

5. Escribe tu definición de éxito en la vida. Y una vez que la tengas escrita, dedica tiempo a pensar en ella, de ahí estarás en condiciones de escribir un proyecto de vida, tema que del que escribiré pronto. Mientras, ve pensando en cuál es tu definición de éxito!!

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