Les tengo miedo a mis hijos

Recibo un sinnúmero de correos en los que el motivo central de consulta es el temor a los hijos, especialmente si estos son ya adultos. Tenemos miedo de que nos contesten mal, que sean groseros, que se vayan de la casa y de que nos dejen de querer. Desde ese lugar, nuestras respuestas a sus comportamientos indebidos e irrespetuosos son débiles, frágiles, sin fuerza.

Estas respuestas hacen que nos falten aun más al respeto. Si tu temor es que te dejen de querer te aseguro que mientras menos te respeten menos te quieren.

Nuestra responsabilidad para con los hijos es educarlos y ayudarlos en el camino de ser independientes: que logren mantenerse a sí mismos y ser autónomos. Toda sobreprotección es agresiva porque se limita la capacidad del que la recibe para desarrollar sus potencialidades.

Los límites deben ser expresados en voz alta, deben ser muy concretos y puntuales y se deben de cumplir. Si amenazas con hacer algo que no estás dispuesta a cumplir simplemente el hijo te toma la medida y desarrolla una sordera ante tus palabras. Si gritas estás autorizando ese modo de comunicación.

Atrévete a exigir respeto, y comienza por darlo.

Rendirse o persistir

Estoy convencida que vale la pena correr el riesgo de aventurarse a intentar conseguir aquello que deseamos. Ciertamente, sin saber que se desea es imposible lograrlo. Reflexionar sobre nuestras prioridades y jerarquizarlas. Saber bien que deseo. Y saber que tendré que pagar un precio por ello.

Arriesgarse a trabajar para aumentar nuestra calidad de vida. Si esto implica enfrentarnos con nuestras incapacidades, con nuestra ignorancia y nuestra debilidad: adelante. Atrevernos a luchar por lo que anhelamos. Y persistir: nunca rendirse. Seguir intentando cada día, avanzar para conquistar nuestros sueños.

Arriesgarse a encontrar una pareja, a cambiar una carrera, a mejorar nuestra salud con una dieta, a iniciar un programa de ejercicio, a aprender algo nuevo, a pedir perdón, a decir te quiero. Arriesgarse, especialmente, a amar. Con toda el alma. No se puede correr un riesgo mayor, sin embargo, el peligro de no correrlo es inmenso, el resultado será la depresión.

Buena educación en WhatsApp

Es importante que al hacer uso de una herramienta de comunicación tan eficaz como es el WhatsApp tomemos en cuenta ciertos criterios de buena educación:
1. Nunca escribir groserías, insultos, agresiones. No discutir, declarar odios o molestias.
2. No esperar que porque el destinatario haya visto mi mensaje deba responder en ese momento. Los otros tienen sus tiempos y nadie está obligado a escribir en cuanto lee. Es agresivo insistir o enviar un signo de interrogación amedrentando al destinatario de tu mensaje.
3. No enviar todos los chistes, letreros, fotos, videos, mensajes filosóficos o de superación personal que te gusten. Elegir sólo lo mejor y no saturar a tus conocidos, amigos, pareja o familiares con lo que tu consideras maravilloso.
4. Seleccionar cuidadosamente lo que escribes en los grupos, mientras más específico y breve, mejor.
5. Escribir utilizando los signos correctos, sin faltas de ortografía y con palabras completas. Es de muy mal gusto y ofende a la vista leer expresiones siniestras que no comunican nada.
6. Recordar que todo lo que escribes puede ser utilizado por los demás y que no sólo lo leerá tu contacto sino que otras personas pueden tener acceso a ese teléfono y revisar lo que tu hayas escrito.
7. Terminar las conversaciones con una palabra o dos, no más.
8. Fijarse en el horario en el que envías un mensaje, antes de las 9 am y después de las 10 pm puede ser molesto para algunas personas.

Las herramientas no tienen moral: no son ni buenas ni malas. El uso que se hace de ellas puede ser a nuestro favor o en nuestra contra. Si lo que escribes comunica, acerca, informa, aclara y es positivo, es mejor.

Síndrome de Alienación Parental

Este síndrome, estudiado por el psiquiatra Richard Gardner en 1985 consiste en lo siguiente:
* Uno de los padres lleva a cabo una campaña de desprestigio en contra del otro progenitor. Para lograrlo, utiliza diversas técnicas como son ridiculizar los sentimientos de afecto del hijo por el progenitor alienado, premiar las conductas de rechazo a ese progenitor, aterrorizar al hijo con historias sobre ese progenitor, se presentan como víctimas ante los hijos, les dan información inapropiada e innecesaria sobre las causas del divorcio o separación. Estos son sólo algunos de los comportamientos que lleva a cabo el progenitor alienador.
* Ciertos efectos en los hijos que han sufrido el síndrome de alienación parental son: se vive una orfandad psíquica, siente un permanente conflicto de lealtades, se dan trastornos de sueño, padece un enorme temor a ser abandonado,se experimenta una gran dependencia hacia el progenitor alienador, se sufren trastornos de identidad y a largo plazo pueden padecer depresión crónica.

Es muy importante reconocer sí es que de una manera u otra estamos hablando mal del otro progenitor de nuestros hijos. Esto ocurre estando unidos o separados o divorciados. Ocurre incluso cuando ha fallecido alguno de los dos. Los daños son muy severos.

Suele darse como una venganza hacia el padre que se ha ido o que no brinda el sustento económico o hacia la madre que deja a los hijos por cualquier circunstancia.

Si te has quedado solo o sola con tus hijos, te invito a disfrutarlos, a amarlos, a asumir la responsabilidad y especialmente a no envenenar su corazón con estrategias manipuladoras que devendrán en profundo dolor para ellos.

El dolor del desorden

Cuando las cosas están ordenadas la vida resulta mucho mejor. Es más fácil resolver las cuestiones cotidianas. Saber que nos corresponde resolver y que asuntos no son nuestra responsabilidad. Poder utilizar el tiempo de manera adecuada, aprovechando nuestro tiempo.

En una familia el orden resulta fundamental. Los padres son los que deben tener la autoridad y la responsabilidad de cuidar, guiar y proteger a sus hijos mientras estos son pequeños. Cada miembro debe conocer su lugar. Los niños no tienen que cuidar a los padres.

Los hijos no son los terapeutas de sus madres ni de sus padres. Tampoco son sus amigos. Si una madre tiene problemas emocionales debe buscar ayuda profesional y no abrumar a sus hijos con lo que no ha logrado solucionar. Si una madre no tiene amigas no debe dejar de asumirse como madre y utilizar a su hija como la amiga que no ha logrado obtener.

Cuando los papeles se desordenan se presentan situaciones de gran dolor. Es importante cuestionarse sobre si estamos asumiendo el orden que corresponde a nuestro lugar en la familia y pensar si la situación dolorosa que se está viendo está relacionada con el desorden en los papeles de la familia.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar