Morir en vida

Morir en vida significa dejar de correr riesgos para quedarnos instalados en el dolor del pasado, creyendo que no podremos hacernos de una nueva historia.

Morir en vida significa dejar de aprender porque creemos que ya lo sabemos todo y que no necesitamos seguir aprendiendo.

Morir en vida no es otra cosa que instalarse en el resentimiento hacia una persona que ya no está en nuestras vidas y a pesar de ello no sabemos/podemos dejarla atrás.

Morir en vida significa no arriesgarse a seguir amando a pesar de saber que podemos salir lastimados.

Morir en vida significa dar vueltas y vueltas a nuestras historias encontrando en ellas los pretextos para nuestra indolencia, para nuestra incapacidad para tejer nuevas historias.

Morir en vida significa instalarse en la depresión: ya no desear, no tener planes y objetivos, no ser capaces de perdonar y de perdonarnos. Especialmente morimos en vida cuando dejamos de ser compasivos con nosotros mismos y con los otros.

Morir en vida significa dejar de amar a nuestros vivos y también a nuestros muertos, a quienes el mejor homenaje que podemos hacerles es estar vivos. No muertos en vida.

¿Aceptas y vives tu realidad?

La verdad nutre al aparato psíquico, la mentira lo enferma. Cuando vivimos en medio de la mentira, de la ambigüedad, de las verdades a medias, estamos corriendo severos riesgos.

Solemos ocultar ante los demás y ante nosotros mismos los aspectos de la realidad que nos son amenazantes o incómodos. No tenemos una idea precisa del estado de nuestra economía, o de nuestra salud, o de nuestras relaciones. Sentimos que algo no está bien pero no nos atrevemos a decirnos la verdad tal como es. Y a veces es este el origen de las fantasías: nos dedicamos a imaginar lo que no es. Esto se debe al miedo, a la flojera, a la indolencia, a la pereza. Mejor después. Otro día me hago el estudio médico o hago las cuentas o me enfrento a mi desorden.

La montaña de la realidad termina por derribar nuestras fantasías. Un día la verdad se hace presente e imposible de ocultar. Llega la demanda, los acreedores, la soledad, la enfermedad. Y en ocasiones es demasiado tarde.

Creo que cultivar el hábito de decirnos la verdad puede ser una clave importante para alcanzar un bienestar, para prevenir sufrimientos, para vivir con menos angustia.

Con la verdad se puede hacer algo. Si te dices tu verdad financiera, puedes comenzar a economizar, a saldar tus deudas, a ahorrar. Si te dices tu verdad en salud, por ejemplo, puedes comenzar a prevenir deterioros irremediables. ¿Por qué no comenzar hoy mismo a vivir en la verdad?

La verdad alimenta, acerca, previene. La mentira empobrece, separa, nos pone en riesgo.

Tenemos una sola oportunidad de escribir nuestra historia. Que sea una auténtica. que sea tuya, no una fingida para que los otros crean lo que no es. ¿Qué sentido tendría?

 

Diplomado en Mérida y en Campeche

El 16 de octubre estaré en un lugar precioso: Mijardín en Mérida. Un lugar para aprender, para crecer, para dar sentido a tu vida. Su directora, es una amiga y una maravillosa maestra: Miriam Herrera. Presentaré mi libro «Fija tus límites» y estaremos en el Diplomado en Logoterapia en Mérida y en Campeche. Para informes por favor llamar al (999) 3 16 63 74 o escribir un correo a ventasmijardin@gmail.com

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Equivocarse y admitirlo

Cuando cometemos una equivocación tenemos siempre dos alternativas: admitirla o negarla.

Si la niegas, los implicados dejarán de respetarte. Tu no tendrás posibilidades de crecer. Tu mismo te irás perdiendo el respeto poco a poco. Te lamentarás mucho por no aprender de tus errores.

Si admites tu equivocación los implicados sentirán cierto alivio. Se equivocó conmigo pero al menos lo reconoce. Admitir tu equivocación implica decir «hice esto mal y lo lamento». Debes describir tus actos. No basta con decir «perdón». El perdón pedido sin reconocimiento absoluto del error no sirve. Hasta cae mal. Admitir tu equivocación te hace humilde. Y la humildad es la virtud esencial para crecer.

Ninguno de nosotros somos perfectos. Todos cometemos errores. A veces son muy graves y a veces son menores. Eso no te quita dignidad ni valor. Lo que indigna es que alguien te lastime o te haga daño y no sea capaz de admitirlo.

Y si es otro el que se equivoca contigo, y lo lamenta y te pide perdón…recuerda lo que se siente equivocarse y dale el mejor de tus abrazos. Equivocarse es doloroso. No admitirlo es terrible. Aprender de la experiencia es maravilloso. Es crecer. Y a eso llegamos a este mundo.

Tu familia: tu mayor tesoro

Pobre de aquel que no tiene una familia. Pobre de aquel que ha despreciado, minimizado o devaluado a su familia de origen o a su hijos.

Nuestra familia de origen es el punto de referencia más esencial para entender nuestra personalidad. Nuestros padres que corrieron el mayor riesgo que se puede correr al traernos al mundo y brindarnos el cuidado que seguro nos dieron ya que estamos vivos y nuestros hermanos que son los testigos mejores de nuestra historia forman nuestra familia de origen. Esta familia nos da identidad. Nos sitúa en un lugar respecto al resto del mundo. Tomar lo que nos dieron y aprovecharlo es la única postura inteligente y desde luego la más valiosa. Con ese tesoro podremos construir lo mejor de nuestra familia nuclear, es decir, nuestros hijos y pareja. Honrarlos y respetarlos nos hará crecer.

Despreciarlos, minimizarlos e incluso negarlos evidencia pobreza intelectual y espiritual. De ahi venimos. Seguro no nos dieron todo lo que creíamos que merecíamos. Reconciliarse con lo que recibimos de ellos, incorporarlo a nuestra vida como un regalo, es una de las tareas fundamentales de la madurez.

Tus padres hicieron lo mejor que pudieron. Y eso era lo que había para ti.

Tus hermanos hacen lo mejor que pueden. Y eso es lo que hay para ti.

Tus hijos debieran enriquecerse con tu modo de recibir lo que tu familia de origen te ha dado. Ese círculo virtuoso es el que debe prevalecer.

Puedes despreciarlos, quejarte, rechazarlos, ignorarlos. Es la postura equivocada de quién en su soberbia y en su baja tolerancia a la frustración aun no ha entendido de que va la vida. Puedes permitir su abuso, si lo hay o aprovechar esa circunstancia para saber fijar limites y así relacionarte adecuadamente.

Puedes reconocerlos, honrarlos e integrar lo bueno que recibiste para ser agradecido con ellos. Aprender de lo que no te gustó, elaborarlo, entenderlo e interpretarlo adecuadamente para usarlo a tu favor, esa es la tarea.  Entender que todo está ordenado y que te tocó nacer ahí justo porque es el mejor lugar para que tu llegues a ser la mejor versión de ti misma es esencial.

Agradece todo lo que tu familia te ha dado. Intégralo, respétalo. Tu familia es tu red. Es tu cobija y tu fuente principal de crecimiento. Es tu refugio y tu lugar mejor de aprendizaje. Es una tesoro de valor incalculable. Y como ocurre con todo tesoro, hay que saber cuidarlo para ser verdaderamente ricos.

 

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