¿Que hacer si alguien no quiere tu amor?

Ocurre con frecuencia: tu modo de amar a alguien no es lo que esa persona desea. Le caes mal, lo abrumas, insistes en estar cerca y esa persona no lo desea. Sea tu esposo, novio, tu amigo, tu hermano, tu hijo…sea quién sea. Cuando alguien no te quiere: no te quiere.

No podemos ni debemos forzar a nadie a recibir lo que tenemos para darle. Yo creo que es una mala decisión insistir. Lo he hecho y siempre me ha salido mal. El otro, lejos de quererte, deja de sentir respeto por ti.

Así que he llegado a la conclusión de que lo mejor es dejarlo ir. Apartarse, darle espacio. A veces, esa persona reflexiona y regresa. A veces no. Y debemos renunciar a esa persona. Las demás opciones nos desgastan, nos hacen perder dignidad.

Con la conciencia tranquila respecto a lo que hemos hecho, podemos renunciar a ese amor, que no es nuestro.

Y decir adiós, deseándole al otro lo mejor. Tampoco es que seamos su única fuente de cariño. Tendrá muchas otras, en el mejor de los casos. Y debemos entonces destinar nuestra energía a quién si nos quiere y es capaz de valorar nuestro amor. Es bien cierto que «no somos moneditas de oro para caerles bien a todos».

Agresión y maltrato

Mientras más infeliz es una persona, que duda cabe, se torna más agresiva con los demás. Lastimar a otros es como darse un balazo en el pié. Te haces un daño terrible a ti mismo cuando dañas al otro, cuando lo humillas o lo ofendes. Tu pierdes porque te pierdes a ti mismo. Pierdes porque actúas sin pensar, desde el impulso y actuar impulsivamente siempre trae consecuencias negativas. La regla de oro «trata a los demás como te gustaría ser tratado» debe ser el criterio para tus relaciones con todas las demás personas.

Si estás molesto con alguna persona, lo ideal es que se lo comuniques de un modo pacífico, directo, usando palabras que no sean hirientes sino descriptivas de la situación. Cuando más pronto lo hagas será mejor porque el enojo que se va a acumulando se convierte en un fuego que arrasa, destruye y convierte en cenizas a la relación. Si el otro no te puede o no te quiere escuchar, puedes intentar comunicarlo de un modo diferente. Y también existe la posibilidad de poner una distancia que ayude a que se enfríen las cosas para que a través de la perspectiva que la separación brinda puedas comprender el porqué de tu incapacidad para haber puesto el límite adecuado en el momento justo.

Yo observo con pesar como algunas personas tratan tan mal a quiénes les sirven: el chofer, la sirvienta, el mozo, el mesero, el empleado. Ese mal trato despierta odios, enojos y deseos de venganza.  Ese maltrato es responsable en parte, de la violencia. Surge de la ignorancia, de la prepotencia, del narcisismo maligno, de la  estupidez. Las personas, todas, sentimos. Y tenemos historia: padres, hijos, eventos dolorosos y eventos preciosos. No porque no se tenga la situación económica, social o cultural del otro, estamos despojados de nuestra dignidad. Tu actitud y tu modo hablan de tu cultura. Demostremos nuestra educación y hagamos menor la brecha que nos separa de los que nos son extraños y diferentes.

Redes de apoyo: antídoto para el dolor

Construir redes de apoyo es fundamental en la vida. Cada persona que conoces puede ser, en un momento dado, parte de tu red de apoyo. Puede ser que tenga una palabra, un contacto, un conocimiento que te sea favorable.

La vida puede ponerse difícil en algunos momentos: una separación, la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo o simplemente el cansancio de llevar a cabo las tareas cotidianas nos pueden hacer sentir tristes, agobiados, solos.

Y entonces recibir una llamada, una invitación, una atención de alguien que te quiere, que cree en ti, que te respeta o que te admira suele ser esa fuente de energía que tanta falta hacía.

Es tú responsabilidad ir tejiendo esa red. ¿Cómo? Siendo tú ese apoyo, ese estímulo para el otro. Nada se pierde. Toda atención y cuidado para el otro te será correspondido en su momento. No levantes muros con tu agresión o con tu indiferencia o arrogancia. Mejor construye puentes que te acerquen a los demás: no sabes cuando podrás necesitarlos.

La función del padre

En nuestra cultura, suele ocurrir que las madres educamos solas a nuestros hijos. No en todas las familias, afortunadamente. Esta circunstancia y otros factores han conducido a construir una falsa creencia: que el padre no es tan importante como la madre en la construcción de una adecuada salud mental. Nada más falso.

El padre es muy importante: es el introductor de la ley. Es el que nos protege de la «locura» de la madre. Es el que nos guía y nos da su apellido y un lugar en el mundo. Es el que nos enseña a pensar, a trabajar, a ganar dinero. Es el que trae el orden y la estructura. Con esto no quiero decir que una madre no pueda lograr esto en sus hijos. Claro que puede, así como un padre que educa solo a sus hijos es capaz de aportar los cuidados tradicionalmente atribuidos a la madre.

El hijo necesita de los dos. Si los dos participan y contribuyen a su formación y le dan lo que le puedan dar, ese hijo crecerá más seguro, más fuerte, más protegido. Es muy triste que uno de los dos progenitores se desentienda de sus hijos. Yo estoy convencida que los hijos se pierden de mucho cuando no conviven con su padre o con su madre. Y estoy más convencida de que los que más pierden, al final, son los padres y las madres que no se hacen responsables de sus hijos. Si no hacemos eso: ¿cómo justificarlo?

Ser padre o madre biológico no basta. Amar tampoco es suficiente. Hay que estar. Hay que trabajar y aprender a ser madres y padres. No nacemos con ese conocimiento. Hay que saber hacernos responsables de nuestros actos. Si esa responsabilidad no se asume no hay posibilidad alguna de alcanzar la tranquilidad.

Límites y salud

Proteger nuestro espacio, cuidar nuestro cuerpo, respetar y honrar nuestras relaciones: son responsabilidades que cada uno tenemos. Por mucho que otra persona nos quiera, no puede hacer ese trabajo por nosotros. Si sabemos fijar límites podremos recuperar nuestra salud emocional. No hacerlo nos enferma.

Los límites son las fronteras que marcamos para delimitar y salvaguardar lo que es nuestro. Cuando permitimos que otros los traspasen nos ponemos en riesgo. ¿Cuánto tiempo permanece protegida una casa sin ventanas ni puertas?

Saber cuando y como dejar que alguien entre a nuestra casa, conocer las características de las personas tóxicas y entender algunas de las dinámicas del abuso son los temas principales de mi libro: Fija tus límites. Está disponible a la venta impreso y también en formato digital. Si te interesa escríbeme un correo electrónico para hacértelo llegar.

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