La negación y sus consecuencias

Aceptar la realidad en toda su dimensión cuesta trabajo. Muchos de nosotros preferimos negarla, al menos parcialmente. Una modalidad de la negación consiste en reconocer que algo sucede y actuar cómo si no fuese cierto. He observado personas que admiten tener un problema con su peso, por ejemplo, mientras saborean unas galletas con abundantes calorías. He escuchado discursos de personas que se jactan de tener mucho dinero y habilidad para generarlo cuando están llenos de deudas y no cumplen con sus compromisos más elementales. Me he descubierto a mi misma, justificando y racionalizando antes que admitir la verdad.

La verdad puede resultar muy dolorosa. Yo lo comparo a levantarse un día cualquiera y descubrir una humedad en la pared: tengo dos alternativas, una es pedir ayuda, buscar al experto que revise y en su caso arregle la situación aunque me cueste dinero, tiempo y energía y la otra alternativa es colocar un cuadro, un póster o una cortina que tape a la grieta. No es necesario tener mucho sentido común para entender que en la segunda opción, la humedad crecerá, corroerá al muro y éste eventualmente se caerá. Puede ser que tarde años, puede ser, incluso, que me muera y herede a mis hijos esa casa y a ellos se les caiga encima el muro que yo no tuve la valentía de encarar y arreglar.

La realidad y la percepción son los grandes enemigos de la negación.

No salimos ilesos por negar nuestra realidad. Al contrario: la agravamos.

Comienza por revisar cada área de tu vida con el mayor sentido de realidad que puedas. Teniendo a la verdad frente a tí, tienes al go con qué trabajar para subir un escalón en conciencia y enfrentar con valentía, lo que sea necesario.

Las frustraciones y la madurez

Cuando nuestros deseos no pueden concretarse de modo inmediato comenzamos a pensar. Sí deseo algo y lo obtengo sin el menor esfuerzo no tengo oportunidad para sentir la ausencia de eso que tanto deseo y diseñar estrategias para conseguirlo. En una de esas, puedo concluir que realmente no lo necesito o que no estoy dispuesta a pagar el precio. Puede ser que me dé cuenta que puedo ser feliz sin eso que creía tan importante. Puede ser que desarrolle mi imaginación para suplir eso que «no tengo».

Si no puedo comprar ese vestido del aparador tal vez decida arreglar mi viejo pero querido vestido y modernizarlo y tal vez lo aprecie más. Si no puedo ir a ver ese espectáculo cuyos boletos están fuera de mi alcance a lo mejor descubro que gratis puedo escuchar el Concierto para violín de Beethoveen (que por cierto, es mi favorito). Si no puedo ir al cine puedo leer Niebla de Miguel de Unamuno, por ejemplo, cuya edición en Austral cuesta 15 pesos mexicanos. Freud dijo que una vida exitosa depende de la tolerancia a la frustración que desarrollamos. Cada vez que logramos postergar una gratificación maduramos.

Cada vez que decido hacer lo que debo hacer para mi bien y el de los que de mi dependen y el de la humanidad, tengo la oportunidad de crecer. Sí no soy capaz de postergar la satisfacción de mis deseos no conseguiré esa maravillosa sensación de logro que se traduce en una sana autoestima.

Resiste la tentación de sobreproteger a tus hijos. Resiste la tentación de ser floja, de dejar para mañana, de no hacer, de no luchar por lo que realmente es valioso. Esa es una manera inteligente de cuidar de tí.

Aprovecho para comentarte que estoy en un nuevo proyecto orientado a informar y colaborar en la formación de adolescentes, en un momento de la vida en el que me doy cuenta, cómo nunca antes, de la necesidad que tenemos los adultos de intervenir en la prevención de las adicciones, en la importancia de acompañar a nuestros adolescentes en su desarrollo. Si puedes, entra a la página http://www.prodevida.com y ya si tienes un ratito, dime que opinas. Ahi encontrarás artículos destinados a los adolescentes y a sus padres o educadores.

Comida y sufrimiento

Muchos de nosotros hemos tenido problemas con nuestra relación con la comida. De hecho, un modo de conocernos es reconocer cuál es nuestra relación con la comida. Lo ideal es tener una relación amigable, agradecida y sana con la comida ya que de otro modo comer y sufrir se convierten en dos caras de una misma moneda.

Algunos tipos de sufrimiento relacionados con la comida son:

1. Seguir hambriento a pesar de haber comido.

2. No poder resistirte a ciertos tipos de comida que por cualquier razón sabes que no son adecuados para tí. Comerlos y sentirte culpable.

3. Sufrir porque tu peso no es el que tu crees que debe ser, avergonzarte de tu peso, estar enojada con tu cuerpo.

4. Gastar mucho en suplementos, dietas, comidas especiales y sentirte defraudada por no lograr bajar esos kilos que tienes de más.

5. Sufrir estreñimiento, gastritis, sentirte pesada, demasiado llena, tener acidez, agruras o cualquier padecimiento relacionado con tu modo de comer.

Sí estás padeciendo alguno de estos 5 tipos de sufrimientos relacionados con la comida, te invito a seguir leyendo y comenzar a aplicar estos sabios principios:

1.  Reconoce para qué estás comiendo en el momento preciso de estar comiendo. ¿Es un modo para dejar de sentir dolor? ¿Estás comiendo para evadir tus sentimientos?

2. Detente cada cinco minutos mientras estás comiendo y date una pausa para sentir sí ya estás satisfecho. En esa pausa, agradece el hecho de tener comida y dile a tu cuerpo que lo amas y que no quieres dañarlo.

3. Piensa en cómo puedes demostrar amor y respeto para ti misma mientras comes. Agradece a tu cuerpo el milagro de la digestión y se consciente de cada bocado.

Tu relación con la comida es una metáfora de tu relación con la vida.

Ante el sufrimiento

En ocasiones nos enfrentamos a sufrimientos inevitables en los que puede predominar la sensación de impotencia. La vida nos presenta de golpe una situación fuera de nuestro control y sentimos que nuestro mundo se resquebraja. El dolor de quiénes amamos duele mucho. El temor ante el futuro puede sobrepasarnos.

Siempre hay posibilidades de hacer algo que mejore nuestra circunstancia y que depende sólo de nosotros. Enumero aquí algunas ideas que he puesto en práctica:

1. Reconoce tu libertad para elegir en qué pensar y en la medida de lo posible, elige pensar en lo que SI tienes, en lo que SI hay.

2. Habla de tu problema con personas buenas que sepan escucharte y animarte, ábrete a recibir el amor de los demás. Cuando tu interlocutor no te entienda o anime, cambia de tema.

3. Arréglate lo mejor que puedas. Sentirte bonita mejora mucho tu actitud interior. Sí descuidas tu físico es más fácil deprimirte.

4. Cuida con amor lo que aún tienes. Amamos a lo que cuidamos. Comienza por cuidar de tu persona: en lo que comes, en lo que dices, en lo que piensas, en lo que haces.

5. Decide dar lo mejor de tí. Todo sufrimiento encierra un misterio de aprendizaje. Tú eres la única dueña de tu actitud. Y piensa que en el futuro querrás acordarte de lo bien que actuaste en los momentos más difíciles.

6. Ama más y no te compares con los que parecen estar mucho mejor que tú. Siempre hay quiénes viven peores circunstancias que las tuyas, así que agradece lo que SI tienes.

7. No te pierdas de la vida por estar preocupada. La vida es hoy con todos sus pequeños momentos: sorber un trago de agua, acariciar a un perrito, mirar al sol, tocar a quién amas, escuchar un concierto, cada pequeño acto que nutra a tu espíritu ayuda a dejar de ser una víctima para convertirte en una protagonista de tu historia.

8. Lleva a cabo un acto de amor y generosidad hacia otra persona cada día. Aún en tu circunstancia, por difícil que sea, estás en posibilidades de ayudar a otros.

9. Disfruta de lo que es gratis, que curiosamente, es lo que más enriquece.

10. Si amaneciste hoy, aún hay algo por hacer, te lo aseguro.

Personas Tóxicas

¿Estás relacionada con una persona tóxica?

Las personas tóxicas comparten algunas de éstas características:

– Mienten por deporte: nunca puedes estar segura de que te están diciendo la verdad.

– Son agresivas y manipuladoras: por ejemplo, sí le pides dinero y es el padre de tus hijos y te contesta a gritos, enojado o con expresiones cómo: «¿no sabes hacer otra cosa que pedir dinero?» sin duda es tóxica.

– No aceptan tener la responsabilidad de nada de lo que ocurre, siempre le echarán la culpa a la crisis, a la situación actual, a que la economía anda mal o al clima, pero no son capaces de reconocer sus errores, hablar del tema conflictivo sin gritos o decir «sí, tienes razón»

– Una vez que te apartas un poco de una persona tóxica te das cuenta del daño emocional que te causa su proximidad. Te sientes cómo si debieras usar una armadura para protegerte del contacto. Incluso por teléfono o por correo electrónico logran desgastarte.

– No se han dado cuenta que existimos los demás: creen que sólo ellos y sus circunstancias importan. No entienden, ni se imaginan siquiera, que los otros también sentimos.

Cuidado. Puede ser tu padre, tu hermana, tu esposo o tu hijo. Puede ser tu jefe. Tu «amiga». Cuidado. No es posible cambiarla. No es posible salir ileso de un encuentro con una persona así. Te va a dañar. No te dejes llevar por las etiquetas aunque sean familiares. No creas que «es mejor que mis hijos tengan un padre aunque les haga daño». Hay que saber decir adiós. Separarse. Alejarse. Cuidarse. La vida es muy valiosa y sólo tenemos una. Es tu responsabilidad decidir a quién te acercas. Un venado no sugiere llevar a terapia a una víbora: se aleja siguiendo su sabiduría interior.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar