¿Amigas o enemigas?

Solemos llamar amiga a casi cualquier persona con la que tenemos contacto. La palabra amiga se ha ido desvirtuando especialmente porque en las redes sociales una persona te contacta, te dice que quiere ser tu amiga y si tu escribes que «si» , ya, se supone que es tu amiga. Si ni siquiera sabes quién es. Conoces su nombre y es el nombre que utiliza en la red, puede que ni se llame así…

¿Quién, entonces, merece el título de amigo?

Un amigo está presente, cerca de ti y te escucha. Sabe cómo se llaman tus hijos, cuáles son tus sueños, que está en juego en este momento de tu vida y te respeta. No te exige explicaciones sobre cómo usas tu tiempo o con quién más decides compartirlo. Una amiga no viene a contarte lo que dijeron de ti, a menos que el caso realmente lo amerite. Y no lo hace porque en principio no se prestó a escuchar lo que otros tienen que decir de ti.

Una amiga no te hace sentir incómoda ante una situación desfavorable. No te traiciona y sobre todo no te utiliza. A veces las personas se acercan a nosotros para que les demos algo de lo que tenemos: relaciones, accesos a mundos que ellos no tienen, invitaciones, dinero. Realmente no les importamos, les interesa lo que representamos.

La vida es muy breve: el tiempo muy limitado. No inviertas tu tiempo en quién no sabe apreciarte, escucharte, reconocerte y hacerte sentir bien. Y no olvides que para tener un buen amigo, hay que saber ser un buen amigo.

Depresión y vacío existencial

En ocasiones, las personas nos confundimos entre la sensación de tristeza, enojo, depresión o vacío existencial. Sin duda es posible que estas emociones aparezcan mezcladas en nuestro sentir y que no logremos distinguir unas de otras. Es importante que reflexionemos en lo que estamos sintiendo y admitamos el dolor antes que intentar evadirlo con lo primero que tengamos a mano: alcohol, cigarro, compras, televisión, comida…

Si estás triste puede ser que estés pasando por una pérdida, un duelo, el rompimiento de una relación o la noticia de una enfermedad. Sí estás enojada, lo más probable es que hayas permitido un abuso y tu enojo sea contigo misma por no haberte defendido. También puede ser que seas la víctima de una situación injusta. Estar deprimido es diferente: es cuando sentimos apatía, ya nada nos interesa, no tenemos energía para seguir y pensamos que no hay esperanza para el futuro. Puede haber ideas de muerte y tristeza muy profunda. Sí ese es el caso es muy importante que te trates en una psicoterapia y/o con un psiquiatra.

Cuando lo que se sufre es vacío existencial la causa normalmente es que estamos en deuda con nosotras mismas: hemos dejado pasar la vida sin resolver una situación, hemos desaprovechado nuestro tiempo. Hemos creído que consumiendo más y más ese vacío se llenará. No hay modo de que con comida, drogas, sexo, ropa, cirugías estéticas o dinero se cubran los huecos del vacío existencial. Sí lo sientes, es el momento de ser honesto y admitir que debemos cambiar. Tal vez haya que pedir perdón, tal vez haya que pedir ayuda para controlar una adicción. Tal vez haya que empezar una dieta o buscar un trabajo. No dejes que la vida se te pase sin tomar decisiones que mejoren tu día a día, en serio, un día puede ser demasiado tarde.

¿Porqué leer?

Tengo la certeza de que nuestra salud mental puede ser mejor cuando leemos. Leer nos lleva a conocer lugares sin tener que salir de casa, los libros nos muestran las ideas y los sentimientos de otros. Cuando leemos, aprendemos y nos damos cuenta que no somos los únicos que sufrimos.Los personajes de las novelas se enfrentan a situaciones parecidas a las nuestras. Pensemos en el enfermo terminal Ivan Illich y el dolor de la incomprensión que sufre en su proceso leyendo a Tolstoi. Recordemos esa terrible disyuntiva que sufre Anna Karenina entre seguir con su matrimonio o decidir irse con su amante gozando a Dostoievski.

Las aventuras que pasa Rene en «La elegancia del erizo» de Barbery para, como portera de un edificio en Paris, poder leer sin ser molestada. Las vicisitudes que tiene que sufrir Medea en «Huérfanos sin abrigo» de Bárber para, quedando huérfana y siendo ciega de nacimiento construirse un futuro. El anhelo de eternidad de Dorian Grey en la novela del mismo nombre de Wilde. El amor infinito de Juventino en «El amor en los tiempos del cólera» de García Márquez. Las reflexiones de Eduardo Galeano en «Espejos».

No caben aquí los cientos de personajes cuyas vidas me han enseñado, alimentado, entusiasmado, consolado. Tampoco caben las razones que tengo para proponer a mis lectores que lean más. Que dejemos el televisor apagado, que les leamos en voz alta a nuestros hijos si son pequeños, y a nuestros viejos si les falla la vista.

Un libro es siempre un gran amigo: va contigo a donde quieras, es incondicional para ti. Enriquece tu vida, amplía tu mundo, ensancha tus horizontes y tu lenguaje. Incrementa tu inteligencia y tu conversación. Te acompaña siempre.

Sean estas palabras un homenaje a todos los autores a quiénes les estoy tan agradecida por lo que han hecho por mi.

 

¿Infancia es destino?

Santiago Ramírez es un psicoanalista que escribió entre otros libros uno llamado «Infancia es destino», haciendo referencia a Freud en sus postulados que indican que las experiencias vividas en la infancia condicionan mucho de nuestro modo de ser y de nuestro modo de relacionarnos con los otros. Es una cuestión muy interesante y que se relaciona con la pertenencia a los grupos.

Tuve la oportunidad de hacer dos programas de radio con Adelaida Harrison, Andrea Vargas, quiénes desde la perspectiva del Eneagrama hablan sobre estos interesantes temas. Estuvo además Sergio Almazán a quién lo podemos escuchar en un programa de radio interesantísimo llamado «El Cocodrilo», en MVS. La conversación me pareció deliciosa.

Escúchanos en el 102.5 de MVS, el domingo 14 y el domingo 21 de Julio, a las 11 am. Y si te gusta el programa, ponme acá un comentario.

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