Les dejo este link para conocer mi artículo en el portal de Fernanda Familiar
http://fernanda-familiar.com/colaboradores/alexis-schreck/si-cambio-yo-cambian-los-demas-la-familia/
Reflexiones sobre Psicología
Les dejo este link para conocer mi artículo en el portal de Fernanda Familiar
http://fernanda-familiar.com/colaboradores/alexis-schreck/si-cambio-yo-cambian-los-demas-la-familia/
A muchos de nosotros nos ocurre que tememos poner límites en las relaciones: callamos cuando algo no nos parece bien, lloramos en silencio si nos sentimos lastimados, no nos quejamos con tal de no pelear. Aguantamos.
Cuando nos aguantamos sin quejarnos, creemos que es lo mejor. Lo que es difícil es darse cuenta que esa nunca es una buena solución porque se va llenando el vaso y un día, el menos pensado, cae la gota que lo derrama. Y puede ser que tanto «aguante» nos haga explotar: decir cosas que no queremos decir, enojarnos profundamente, lastimar y herir a quién amamos, destruir una relación.
Aguantar no sirve para nada. Solo daña a uno mismo y a la relación. Esta no es una invitación a pelear todo el tiempo, no. Es una sugerencia que a mi me ha costado años y mucho dolor aprender: cuando algo no te parezca: dilo. Cuando te estés sintiendo lastimada: avísale al otro. Los demás no pueden leer nuestros pensamientos. No tienes que decirlo enojada, ni insultar, ni ofender. Siempre hay un modo de decir las cosas. «Esto que estás haciendo me lastima». «Me siento ofendida cuando haces esto». No es fácil, pero es mucho mejor que tolerar lo intolerable y acabar siendo una víctima (por no saber poner límites) y dañando severamente la relación.
Atrévete a decir «esto no lo quiero, esto no me gusta, esta conducta tuya me hace daño». Si el otro te quiere, sabrá respetarte. Pero para que el otro me respete, siempre tengo que comenzar por respetarme yo.
El martes 9 y el jueves 11 de septiembre estaré en el programa Historias de Todos, con Mari Carmen Quintana.
Los temas son adolescencia para el martes y crisis para el jueves. El horario en Radio Centro es de 5 a 6 pm.
También puedes entrar a la página de internet de Radio Centro y escucharlos en cualquier horario.
Si te gustan y te sirven házmelo saber.
Nuestra cultura está diseñada para evitar la soledad. Si dices: «fui al cine sola» los demás te miran con una mezcla de extrañeza y lástima. Ir a comer sola puede parecer el no va más de lo patético.
Todos nosotros tendremos que enfrentarnos con la soledad: casados, padres, madres, solteros, hijos, parejas…puedes quedar viuda, o tus hijos se van o te separas de tu pareja. Todos nosotros viviremos muchos momentos de soledad. No querer enfrentarnos con esta verdad suele significar el pago de un precio altísimo.
Perdemos nuestra dignidad cuando le suplicamos a alguien que ya no quiere estar con nosotros que se quede.
Perdemos nuestra libertad cuando a cambio de compañía cedemos lo que no deberíamos.
Perdemos nuestra autonomía cuando nos hacemos dependientes de alguien que quisiera liberarse de nosotros.
Perdemos nuestra capacidad de amar cuando chantajeamos a otra persona con tal de que nos acompañe.
El único lugar donde puedes ser totalmente tu misma es en la soledad. En la soledad, puedes pensar. Puedes reflexionar sobre tu vida. Puedes conocerte y recuperar la energía que desgastamos al convivir con los otros. Puedes leer, escuchar música, escribir, ordenar tus cosas y tu mente. Decidir que quieres seguir haciendo y que necesitas cambiar. Descansar. Desarrollar aficiones que enriquecen tu espíritu. En la soledad puedes irte haciendo cada vez más amiga de la persona que estará junto a ti toda tu vida: tú misma.
Todos nosotros hemos lastimado a otros. Unas palabras fuera de lugar, una crítica que fue dura, una ofensa inadvertida. A veces, un mal día o el cansancio nos hacen decir algo que realmente no sentimos o que si sentimos pero que no es necesario comunicar.
Y decimos palabras que luego nos generan arrepentimiento y malestar porque herimos a una persona querida, que no se merecía el daño. Para eso existe la reparación. Reparar significa reconocer nuestro error, admitirlo y pedir perdón. Es importante que al pedir perdón se haga diciendo explícitamente cuál fue el error cometido. La fórmula es decir: «me doy cuenta que hice X y lo lamento». Es difícil no perdonar a quién reconoce valientemente su error. Es de grandes reparar.
Recordemos que el bienestar genera gratitud. Hacer lo posible para que quién esté con nosotros se sienta bien, querido, aceptado, reconocido, redundará en gratitud de su parte. No olvides que cuando agredes al otro el mayor daño te lo estás haciendo a ti misma. Y cuando eres amable con el otro, también el mayor beneficio será para ti.
Piensa dos veces antes de decir algo hiriente. Las palabras que lastiman van fracturando las relaciones, a veces hasta las rompen. Y aunque es posible reparar, hay heridas que tardan mucho en sanar.